Lo siento, Yuu-chan [MikaYuu]

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Después de salir de la oficina, Guren le dio una mirada filosa a Mika y tras ver como este retrocedía, se fue derechito al hospital para ver a su hijo; pasados unos diez o veinte minutos, Urd también salió y miró a su hijo con bastante tranquilidad, aquello desconcertó al menor.

—Pensé que ya te habías disculpado con ese niño, quién imaginaría que todo ese asunto tomaría este camino —renegó paciente—. No puedo castigarte por intentar disculparte, pero no vamos a decirle de esto a tu mamá.

—¿Eh? —murmuró algo sorprendido de no obtener un regaño.

—Tú sabes cómo es, no va a aceptar que fue un accidente —intentó reír—. Y se enojará muchísimo, así que vamos a mantener esto en secreto, ¿está bien?

Asintiendo aún sorprendido, el rubio menor escuchó a su padre decir que tenían que irse a casa porque después de lo sucedido, había sido nuevamente suspendido, esta vez por tres días, y debían darle una buena excusa a la pelirrosa para ello; fue lo más lindo del día, además del apoyo de su mejor amigo, claro, que por cierto, fue exento del problema y se le permitió volver a clases.

Cuando Guren llegó al hospital, Shinya estaba hablando con un médico sobre los cuidados que debía tener con Yuu y este se mantenía sentado frunciendo el ceño con uno de sus brazos enyesados; apenas los vio, pudo suspirar más tranquilo, pues al menos no había sido algo más grave.

Así que aprovechando que su esposo estaba ocupado, ocupó el lugar junto a su hijo, el cual lo abrazó apenas lo vio.

—¿Qué pasó en la escuela, sabandija? —preguntó aún teniéndolo agarrado de su torso; él pareció temblar—. Cálmate, necesito saberlo.

—No lo sé, ese niño me hizo caer —suspiró alejándose lentamente—. A donde sea que vaya, ese chico me sigue y me hace quedar mal, papá.

—¿Quedar mal? ¿con quién? —inquirió alzando una ceja.

—No, en general, o sea, siempre que está cerca, pasa algo malo —explicó—. Me da miedo que vuelva a pasar cuando vaya a la escuela...

—No te preocupes, Yuu —pidió revolviéndole el cabello—. Yo me encargo de eso.

Entonces Shinya llegó con ellos, y tras ordenar los documentos restantes, los tres se fueron a casa, en donde el albino preparó el postre favorito de su bebé para animarlo y el azabache mayor le puso su película preferida; pasaron una amena tarde después de aquel horrible incidente.

Tal y como dijo, Guren se encargó de todo, desde sacar al pequeño ojiesmeralda de esa escuela e inscribirlo en otra, también le dio la noticia, y aunque le vio nervioso, estuvo de acuerdo; además de que tuvo que ceder a que un mocoso amigo de su enano los visitara al menos una vez a la semana, ya que estarían en colegios distintos y querían mantener contacto.

Los primeros días siendo el chico nuevo en una escuela diferente fueron muy estresantes, sobretodo porque llevaba un yeso en su brazo y era algo incómodo que todos le preguntaran qué había pasado; pero a medida que las semanas empezaron a transcurrir, todo se hizo más llevadero.

Kimizuki lo visitaba seguido y viceversa, charlaban, reían y hasta estudiaban juntos; le preguntó en una sola ocasión por ese niño que lo hizo caer, y no le supo contestar más que vagamente, ya que no estaban en las mismas clases.

Sobre lo ocurrido con Mikaela, bueno, realmente no había pasado mucho, ya que desde la "huida" de Yuu, y en los pocos meses transcurridos, los niños se aburrieron de estarlo molestando cuando no sucedían más accidentes de los que culparle; no había vuelto a su antigua posición social en el salón, pero ya no era un marginado, y algo era algo.

Se sentía feliz por ya no sufrir de las burlas, pero la culpa le llenaba el corazón cada que recordaba todo lo mal que lo pasó ese inocente chico gracias a su torpeza —y al universo bromista—; esperaba algún día tener la oportunidad de disculparse por todo aquello, así el cargo de consciencia desaparecería.

A veces se ponía a pensar en lo terrible que debió sentirse ser el blanco de accidentes de ese tipo, y sentía que podía compararse con lo que le provocaron todas las burlas y el aislamiento que recibió; en ese caso, se decía que ya había sido castigado suficiente y que su condena había sido saldada.

Por el momento, y mientras no tuviera que ver al pobre chico, se olvidaría de él para no volverle a causar problemas y malos entendidos, en los que no solamente se vería afectado aquel excompañero de clase, sino él mismo, por las constantes burlas de los demás alumnos; su vida escolar había vuelto a ser relativamente pacifica.

Y honestamente, estaba feliz con ello; no quería volver a pasar por lo mismo, mas aquella experiencia le enseñó que nadie merecía sentirse tan mal como él se sintió por pequeñeces como esos accidentes, así que se propuso a sí mismo jugar con todo niño y niña —de su edad y contemporáneos— que fuera rechazado en la escuela.

Se hizo amigo de un chico llamado Rene, y de una chica llamada Akane, que se mudó luego de unos meses; y a pesar de que se sintió miserable por tantos meses, pudo sacar algo bueno de aquellos momentos de sufrimiento emocional por los que había pasado.

Ahora era un nuevo Mikaela, uno más consciente de los sentimientos de los demás al ser rechazados.

Pobre Yuu con su bracito :( y me siento happy por baby Mika <3

Oh, visiten a la preciosa Sebas-chanuwu, que anda haciendo bellas ilustraciones de este fanfic <3

Espero les haya gustado

Bye!