~ 04 ~

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  No le molestaba desperdiciar una hora de Música por estar en la biblioteca mirando libros, ya que probablemente era mucho más interesante que escuchar la horrenda voz de la profesora regañándolos a cada minuto por el más insignificante ruido. Respirabas y la mujer ya te reprochaba medio millón de cosas que seguro ni tú sabías que habías hecho, vieja loca. Además tocaba mejor la flauta con la nariz que con la boca, no quisiera imaginarse como hace para complacer a su esposo, digo, pues si toca de esa manera horripilante la flauta...bueno, mejor dejemos el tema ahí.

  Los pasillos estaban totalmente desolados. La semana de exámenes se acercaba cada vez más rápido–otra razón por la que se dirigía a la biblioteca–. Si no quería volver a llevarse Matemática un año más debía comenzar a estudiar con mucha más anticipación. Con una sonrisa en su rostro abrió la puerta de un portazo donde inmediatamente recibió un "Shhh" por parte de la bibliotecaria. Se disculpó rápidamente soltando una pequeña risa y acomodando su mochila colgada en su hombro comenzó a divagar por los estrechos y cortos pasillos de la biblioteca. Su dedo índice pasaba por cada hilera de libros mientras que con su mirada intentaba buscar ese que más le había ayudado en esas situaciones. Frunció el ceño curiosa al llegar al tercer estante y ver un lugar vacío entre los demás.

  ¿Por qué de repente los habían cambiado de lugar?, no recordaba que el libro se encontrara tan alto. Colocándose de puntillas intentó meter sus dedos en el hueco entre los libros donde se suponía debía estar el que ella tanto buscaba. Mordió su labio inferior intentando llegar más cerca, pero lo único que consiguió fue que una pila de libros cayera al suelo y algunos de ellos se estamparan en su rostro.

  Sin ningún tipo de reflejo cayó al suelo mientras tapaba su nariz con ambas manos, eso le había dolido como la mierda. Las lágrimas se acumularon en sus ojos cerrados, y presentía que si los habría éstas caerían a chorradas por sus mejillas. Una pequeña risa masculina causó que se desconcertara y su rostro se llenara de vergüenza acompañada de un tono rojizo.

  No solo había provocado un gran ruido, sino que además se había golpeado la cara y alguien se estaba burlando de ella por eso.

  Esperó unos segundos para que las ganas de llorar se esfumaran un poco y cuando lo logró levantó su rostro corriendo algunos mechones de cabello para poder ver a la persona que no se había dignado ni siquiera en ayudarla, solo por reírse de ella. Y antes de que de su boca salieran los insultos, sus cejas dejaron de unirse con frustración al ver a Jungkook sentado a tan solo pasos de ella, con su vista entre las páginas de un libro, pero con una burlona sonrisa adornando en sus labios. Eider mordió su belfo inferior con fuerza sintiendo una punzada en su estómago mientras recogía los libros de a uno. Dirigió su vista a la estantería de donde habían caído y soltó un suspiro, era muy alto para ella. Jungkook, aún con la escena del libro cayendo en el rostro de la morocha repitiéndose en su cabeza, desvió su vista de la página para poder ver los zapatos de ella. Estaba de puntillas, una vez más. Sus ojos se deslizaron muy lentamente por sus desnudas piernas hasta llegar al dobladillo de su falda escolar. Le dio una rápida mirada a la chica dándose cuenta que no lo estaba observando debido a su intento de recolocar los libros en su lugar. Volvió a bajar la mirada a su falda y se removió en su asiento para poder tomar pie y acercarse a ella sin dejar de observar su rostro de frustración.

  Prefería ayudarla antes que tener a simple vista a su acosadora a punto de dejar a la mira su ropa interior, una vez más...porque claramente no olvidaría lo que le sucedió el año pasado, y debía admitir que estuvo un buen rato riéndose de ella por la vergüenza que había pasado de que todos vieran sus bragas rojas. Un sensual encaje rojo que había hecho babear a medio campus.

  Le arrebató los cuadernos de sus brazos y dándole una rápida mirada a sus ojos comenzó a dejarlos en la estantería correspondiente.

  Usualmente no ayudaba a las personas, solo les daba una mirada y que ellos se ocuparan de sus desastres o problemas por su cuenta, pero ella iba a ser la excepción.

  Paró un poco sus movimientos y los hizo más lentos al percibir un dulce aroma a chicle, cayendo en cuenta que provenía del cabello de la morocha quién solo se dignaba a observar el suelo de manera nerviosa. Él frunció su ceño y se acercó más a ella para que el olor a chicle se hiciera más fuerte. 

  Maldita sea, aunque sonara raro, era el mejor cabello que había olido en su puta vida.

  Luego de unos segundos se alejó de ella y volvió a su lugar para seguir con su estudio, pero le fue imposible olvidar ese aroma cuando aún lo tenía impregnado en sus fosas nasales. Cuando Eider cayó en la realidad nuevamente, volteó a verle. Caminó en dirección a la bibliotecaria, intentando olvidar el hecho de que el pecho de Jungkook había rozado contra su espalda repetidas veces, y preguntar sobre el libro que aún seguía buscando, pero antes de seguir caminando algo le llamó la atención. Sobre la mesa en la cual estaba Jungkook sentado se encontraba un cuaderno con muchos cálculos escritos en sus páginas. Frunció su ceño y miró la cabellera del chico al darse cuenta que él tenía el libro que tanto buscaba.

  Los estudios eran estudios, y si debía dejar de lado sus nervios por ellos, lo haría sí o sí.

—Disculpa... —habló y se sorprendió de que su voz no hubiera salido entrecortada.

  Tomó asiento frente a él ignorando nuevamente la mirada de los pocos alumnos que estaban cerca de ellos, incluidos los que estaban en su misma mesa.

  Era obvio, le estaba hablando al bravucón, el ser humano más temido dentro de la escuela. Patético, deberían tenerle más miedo a la gente de la calle que a un adolescente que solo buscaba pleito por diversión.

  Él levantó su mirada de manera desafiante y tosca para conectarla con la de la porrista.

—¿Lo usarás por mucho tiempo? —preguntó Eider señalando con su mirada el libro que estaba frente a él.

—Sí.

—Es que también lo nece...

—Hubieras venido antes por él. —le interrumpió volviendo su vista a los números.

—No creí que alguien más vendría a usarlo, normalmente soy la úni...

—¿Acaso estoy pintado?, yo vine por él.

—Sí, te estoy viendo. Solo quería saber si...

—No.

—¿Me dejarás hablar de una puta vez? —furiosa por su actitud, Eider tomó pie y apoyó con fuerza sus manos sobre la mesa.

  Algunos murmullos se hicieron presentes en cuanto Jungkook volvió a mirarla de manera seca. Sus sentimientos en esos momentos no estaban presentes y eso le gustaba, le gustaba no ser una idiota y dejarse rebajar por él.

—Yo también quiero estudiar, ¿De acuerdo?. Solo quería saber cuándo dejarías de ocuparlo, lo necesito urgentemente. —siguió hablando ella, ignorando su mirada amenazante.

  El morocho soltó un sonoro suspiro e inclinó su rostro un poco hacia ella mientras cruzaba sus brazos sobre el libro.

—Piérdete, acosadora. —le respondió para luego sonreír con superioridad.

  Una hilera de escalofríos recorrió su columna vertebral en tan solo segundos al oírle decir aquello. Tomó aire intentando relajar los humos mientras cerraba sus ojos, y en cuanto los abrió notó como Jungkook esperaba por una respuesta suya, desafiándola con la mirada, como si por alguna razón quisiera verla enojada...y claro que lo había logrado.

y claro que lo había logrado

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《𝕷𝖔𝖛𝖊𝖘𝖎𝖈𝖐 𝕲𝖎𝖗𝖑 ~ 𝕵𝖚𝖓𝖌𝖐𝖔𝖔𝖐》Where stories live. Discover now