Capítulo 1.

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Bash.

Estaba a punto de saltar y acabar con todo. Sencillamente porque me sentía vacío, sin motivación para seguir respirando y es que alguien que ya no tenía nada, ni nadie por lo que avanzar llegaba de forma rápida al límite de tolerancia con el mundo y sus dificultades. Ese era mi caso, no tenía nada por lo que luchar, estaba solo, jodido y roto, y la vida ya no tenía nada más que arrebatarme.

Volví a observar hacia abajo mientras el viento frío y nocturno revolvía las hebras de mi cabello. Si caía... definitivamente moriría, me lo confirmaba la abundancia de piedras y árboles frondosos que había en esa larga caída por el barranco.

Coloqué mi pie en el borde y respiré hondo preparado para saltar.

Ya no iba a sufrir más.

Observé el cielo lleno de las estrellas que nunca volvería a ver y lo alto de los árboles que se veía desde mi posición. Iba a cumplir con mi cometido cuando sentí el chillido de unas ruedas contra la tierra y, acto seguido, el sonido de una puerta cerrándose de un azote.

―¡Oye!, ¡¿qué haces?!

Miré hacia atrás sobre mi hombro y encontré a una chica, a la cual no pude distinguir bien debido a la poca luz que ofrecía la luna. Pero, me decanté por ignorarla e intenté volver a concentrarme en la paz y el silencio de la noche, maldije cuando sentí su agarre en mi brazo y como no la iba a arrastrar conmigo hacia el vacío, volteé para mirarla.

Menuda entrometida.

―¿Vas a saltar? ―preguntó

―Sí, vete.

Pero ella no se movió.

―No lo hagas ―dijo rápidamente.

―Vete, esto no es asunto tuyo.

―Lo es. No puedo ignorar a una persona que está a punto de acabar con su vida frente a mí ―dijo manteniendo mi brazo entre sus manos.

―Pues te exonero de toda culpa, es mi decisión, lárgate ahora ―dije con voz calma antes de voltearme hacia la pendiente.

No iba a doler, al menos no más que vivir e iba a poder descansar en paz.

―No me iré. ―Zanjó y suspiré desesperándome.

―Pues déjame seguir.

En cuestión de segundos me empujó sin yo esperarlo por lo que retrocedí y ella quedó frente a mí en el mismo punto del que yo iba a saltar.

―¿Qué carajo haces?, ¿estás loca, maldita niña?

―Yo no era la que iba a saltar. ―Alegó cruzada de brazos. Ah, ahora era una chistosa. Genial.

Ni el día de mi muerte podía estar en paz, doblemente genial.

―¿Por qué lo ibas a hacer?

―No es tu jodido problema.

―Dímelo... y puede que te deje en paz.

Suspiré con ganas de mandarla a la mierda, pero si necesitaba saciar su chismosería para que me dejara en paz, pues que así fuera.

―No tengo razones para seguir aquí. ―Señalé con las manos refiriéndome al mundo.

―Dame un mes. ―Alcé una ceja con escepticismo―. Solo uno. ―Pidió juntando su manos

―¿Para qué?

―Dame un mes para darte razones para vivir ―respondió―. Y si no logro hacerte cambiar de opinión, te traigo hasta aquí de nuevo y no objetaré nada. ―Levantó las manos en son de paz-

Mi única razón para vivir {R. #1}✔Where stories live. Discover now