Capítulo 1. Calidad, no cantidad.

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El sol estaba en su punto más alto, el cielo se encontraba limpio, sin una sola nube y de un color azul brillante. El sonido de las gaviotas acompañaba en escenario, las personas de los puertos trabajaban con agilidad, subiendo y bajando valiosas cargas de los navíos que iban llegando para luego marcharse.

Había tanta gente que se complicaba la acción de caminar por el lugar. Uno terminaba tropezando con puestos ambulantes o trabajadores que llevaban grandes cajas con diversos contenidos.

Pero era lo único que se podía esperar de Yunmeng, uno de los embarcaderos más prestigiosos. Famoso por su comercio con exóticas plantas marinas. El lugar abarrotado de gente parecía tener energía infinita, no importaba la hora o día, el lugar siempre rebosaba de vida. Niños corriendo y jugando, hombres y mujeres yendo de un lado a otro. Incluso algunos animales se unieron al escándalo.

De la nada las personas dejaron de hacer sus actividades para mirar con asombro el puerto. Si bien estaban acostumbrados a ver variedad de barcos y de buen nivel, esto era único.

Justo en ese momento cuatro navíos de alta clase se iban acercando. Naves como esas solo podían pertenecer a capitanes. Y no se equivocaban.

Por el frente un gran barco de un marrón profundo llegaba, tenía toques verdes olivo por los costados resaltando el acabado. En realidad lo que más sobresalía era el capitán de la nave, ChiFeng-Zun, también conocido como Nie MingJue. Ubicado justo en el timón, brindando un aire imponente. Su gran sable descansaba a su lado, colocado en su cinturón. El típico hombre con postura estoica y mirada aterradora.

Un poco por detrás una nave de color blanco perla se le unía. La bandera de una peonía blanca se ondeaba por el viento. Tanto la proa como la popa parecían estar bañadas en oro. Sin duda la dinastía LanlingJin nunca podría pasar desapercibida. Sus riquezas era algo que siempre los hacía destacar, nunca escatimaban con adornados, siempre trataban de tener lo mejor de lo mejor.

Por detrás, pero no menos impresionantes, se acercaban dos grandes navíos. Iban lado a lado. Ambos eran de color blanco pulcro con unos toques de azul. Tenían suaves tallados de nubes con bajo relieve en su madera. Sin duda exquisitos. Se trataba de los famosos barcos gemelos de GusuLan. Y sus capitanes los Hermanos de Jade, con túnicas blancas y cintas en las frentes bordadas con delicadeza. Todo tenía un toque mágico, incluso unos decían que por las noches a la luz de la luna los barcos parecían estar hechos de plata. Y los hombres al igual que sus naves tenían una apariencia etérea.

Conforme los barcos se acercaban su imponente imagen aumentaba. La gente más excitada se acercaba, querían ver de cerca cada nave, pero era más la emoción de poder apreciar a sus capitanes.

Descendiendo al puerto, cuatro hombres de gran porte eran escoltados. Sus túnicas eran mecidas con suavidad por el viento y a más de una doncella hacían suspirar. Sin duda cualquiera quisiera estar en sus zapatos. La gente se habría paso para darles espacio al caminar, nadie era tan tonto como para interponerse en su camino, incluso tenían la sensación de ensuciarlos de los inmaculados que lucían.

Su andar era tranquilo pero firme y sus miradas siempre estuvieron puestas al frente. La gente sabía que debía ser algo importante para que estos se reunieran en un lugar como este.

Todos iban en la misma dirección. La residencia Lotus Pier del Capitán Jiang FengMian.

Las puertas con grandes flores de loto talladas eran abiertas de par a par, dando así la bienvenida a sus invitados. La gente afuera solo veía asombrados como los cuatro hombres ingresaban para después observar como las puertas cerraban nuevamente.

En el interior un hombre de ropas moradas y emblema de loto se encontraba parado en el centro de la sala. A su lado se situaba su hijo con mirada mordaz y cabello recogido en un moño observando en silencio. Por el otro lado una bella dama con porte amenazante agitaba su abanico como si los hombres de adelante no fueran para nada impresionantes. Al contrario parecía juzgarlos con una mirada.

Contra Los Siete MaresWhere stories live. Discover now