| Misión catorce: Futura perdición |

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Jungkook tira violentamente de sus cabellos en esa obscura habitación que es el único testigo de lo mucho que está sufriendo por algo que se le salió de control.

"Maldito traidor" golpea su pecho que duele como si no hubiera un mañana.

Sus ojos se inundan y esa culpa que lleva sin sentir hace muchos años, lo ahogan en un abismo sin salida.

"S-sólo tengo que alejarme" tartamudea.

Mira decepcionado sus manos lastimadas y recuerda lo frágil que se veía Taehyung cuando lo dejó en su nueva habitación.

"Debes parar" susurra para sí mismo.

Y solo se permite llorar en la soledad de la habitación porque le duele saber lo herido que debe estar el inocente de Taehyung que no tiene idea de por qué está pasando por todo esto.

Protégelo.

Una bajita voz en su cabeza lo distrae.

Eres el único que puede salvarlo.

Esa voz traicionera insiste en lastimarlo más, en recordarle sus errores.

Sálvalo.

Aprieta sus labios que tiemblan por los sollozos y mira hacia la ventana buscando alguna respuesta.

"Tengo que dejar de involucrarme o saldré más lastimado" sugiere.

Morirá sin ti.

Sus ojos se cierran con culpa.

"Te haré ver el cielo y el infierno, bebé" su cálido aliento acaricia su piel canela

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"Te haré ver el cielo y el infierno, bebé" su cálido aliento acaricia su piel canela.

Jungkook empuja un poco el cuerpo de Taehyung hasta quedar sobre él y ataca sus labios con necesidad.

"Eres mío" acaricia su cintura con posesión.

Taehyung entra en un trance desconocido donde los profundos ojos del menor se apoderan lentamente de su alma, donde sus expertas manos acarician su cuerpo como si el castaño conociera todos sus puntos, y su mente solo puede pensar en lo mucho que desea pertenecerle al asesino que lo besa como nadie jamás lo había hecho.

Porque nunca nadie lo había mirado de esta manera tan embelesadora. Nadie lo había tocado con tanta pasión. Nadie lo había hecho gemir con tan solo una caricia. Nadie lo había besado con tanto deseo, y nadie lo había reclamado con tanta posesión como el otro logró hacerlo cuando le susurró con su grave voz.

Jungkook es una divinidad ante sus ojos y evidentemente no puede negarse a él cuando sus formados labios susurran lo que sería su futura perdición.

"¿Deseas entregarte a mí, mi amor?" pregunta, succionando su labio inferior con delicadeza.

Taehyung entreabre la boca mientras procesa su respuesta, pues su cuerpo no responde y su mente está repleta de Jungkook.

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