VII

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Mi primera semana en Hogwarts pasó más rápido de lo que pensé, para el miércoles ya estaba comenzando a acostumbrarme un poco a mi vida aquí, recordaba con más facilidad el camino más rápido hacia la sala común, además de saber en dónde se encontraban las aulas de mis clases. Hoy finalmente era viernes, lo que significaba que tendría solamente una clase y podría descansar todo el fin de semana.

Me alegro que los gemelos y yo no pudimos poner las bombas fétidas en la oficina del profesor Quirrell el otro día, pues ayer, la primera vez que tuve clase con él, me di cuenta que simplemente hubiera sido un desperdicio; este hombre parecía no tener sentido del olfato ya que su aula apestaba completamente a ajo y a él parecía no molestarle en lo absoluto.

Todos evitamos intentar sentarnos al frente del salón de Defensa Contra las Artes Oscuras, porque el olor a ajo era mucho más fuerte ahí (todos creían que era porque el olor a ajo provenía del turbante de Quirrell), así que ignoré las protestas de Hermione y la hice sentarse al fondo conmigo (las ventajas de ser las primeras en llegar).

El profesor Quirrell ya estaba sentado en su escritorio desde que llegamos, escribiendo algo en algunos papeles y me sorprendió que pudiera escribir algo en absoluto ya que su mano le estaba temblando demasiado, como si lo hubieran asustado a muerte.

El resto de la clase llegó y muchos de ellos se sentían aliviados al ver que habían lugares vacíos al fondo, pero los que llegaron al último (como Harry y Ron) hicieron muecas al ver que tenían que sentarse al frente. Cuando todos estábamos sentados, el profesor se levantó de su asiento y se paró frente al escritorio.

—¡B-b-bienvenidos! Espero que h-hasta ahora su e-estancia en Hogwarts haya sido m-muy agradable. Mi nombre e-es Quirinus Quirrell y y-yo seré su p-profesor de D-defensa Contra L-las Artes O-oscuras. A lo l-largo del año p-pasado, adquirí b-bastante experiencia en el área, d-de hecho, mi turbante f-fue regalado por un p-príncipe africano después de a-ayudarlo a deshacerse de un z-zombie.

Para ser alguien que supuestamente peleó con criaturas tan peligrosas, parece ser que lo asustaría incluso un pequeño ratón. El profesor Quirrell estaba a punto de escribir unas cosas en el pizarrón cuando uno de mis compañeros levantó la mano.

—¿S-sí, joven...?

—Finnigan, señor. Me preguntaba si nos podría contar cómo se deshizo del zombie.

El rostro de Quirrell se puso rosa y de alguna manera cambió la conversación al clima, lo que me hace sospechar que estaba mintiendo sobre dónde sacó su turbante, probablemente solamente le hicieron un mal corte de cabello y quiere ocultarlo de todos.

Hoy creo que aún puedo sentir el olor de ajo en mi nariz y no importaba qué hiciera, sentía que el olor nunca se iría, solamente espero que al menos sea mi imaginación y no sea yo la que huele a ajo.

Después del desayuno, Hermione y yo bajamos las escaleras hacia las mazmorras para tener nuestra primer clase de pociones; estaba un poco nerviosa que las personas pensaran que me daría favoritismo por ser su hija, o peor aún, que me exigiera aún más por esa misma razón, pero él me había dicho que me trataría como a cualquier otro alumno (y al ser de cualquier otra casa que no es Slytherin, significaba que probablemente haría lo posible por quitarme puntos, en especial por ser de Gryffindor, si todo lo que había escuchado acerca de él era cierto) así que lo único por lo que podía esperar era que me ignorara por completo.

—Dittany es una poderosa hierba curativa...

—Hermione, sí sabes que no tienes que memorizarte los libros antes de las clases ¿Verdad? Solamente relájate, no tendría sentido venir aquí a estudiar si nos memorizáramos los libros.

Eileen Snape y la Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora