Decimo Segunda

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Después de días solamente hablando por teléfono Kuro decidió invitarte a una segunda cita, lo preparó todo, una buena película en el cine, cena en un restaurante de  renombre - pero sin llegar a ser formal - y para finalizar un paseo por el parque de los cerezos, que por suerte seguían en flor.

Apenas paso el mediodía te pusiste a ver que prendas usarías esa noche, querías impresionarlo, pero eso nunca lo admitirías en voz alta. Cuando ya había pasado una hora y no conseguiste avanzar hiciste lo único que podías hacer en ese momento.

–Hey Tsukishima, ¿Qué paso? – dijo el pelinegro a través de la pantalla–. No solemos hacer videollamadas.

–Necesito ayuda, hoy tengo una cita con Kuro y, bueno, yo... No se que ponerme.

–Entiendo, entiendo, muestrame lo que has sacado así te doy consejos.

Hiciste exactamente lo que había pedido, dejando tu celular en la mesa para que el pudiera ver mejor tu ropa.

–Bien, la polera negra con cuello de tortuga hará que te veas más estilizado, el jean azul que me mostraste al principio combina bien, si vas a llevar un abrigo te recomiendo llevar el sweater blanco que tienes en la mano.

–Dios esto se te da fantástico, te debo una.

–No importa Tsuki, disfruta tu cita.

Él colgo y tu solo decidiste vestirte, Akashi tenía razón, el negro te notaba más delgado y te quedaba demasiado bien. Luego de estar largo rato viendote frente al espejo decidiste aplicarte un poco de maquillaje, algo liviano, natural, solo para evitar que se notará tu pasada por quimioterapia, al terminaste decidiste que eso se te daba muy bien, si Akashi era el estilista tu fácilmente podrías ser el encargado del maquillaje, abrirían un salón de belleza y renunciarian a sus sueños idiotas de ser diseñador y paleontólogo, reiste ante la ocurrencia de tu mente.

Cuando la hora llegó recibiste el mensaje que indicaba que Kuro estaba ya esperándote abajo. A paso decidido saliste de tu edificio, quedandote sin aire al ver al hombre frente tuyo, sin duda se había arreglado lo más posible, llevaba su cabello hacia un lado, casi cubriendo su ojo por completo, tenía una camisa roja arremangada hasta sus antebrazos, la vista de sus venas hizo a tu mente volar pero pudiste controlarlo, también llevaba un pantalón negro, de algo que parecía cuero, el cual se ceñía perfectamente a sus trabajados muslos.

El también había perdido el aliento, tu imagen recordaba a los modelos de alta costura que había visto en algún catálogo, tus ojos color oro eran enmarcados perfectamente por los lentes de montura blanca que usabas, dándoles más luminosidad.

La sonrisa gatuna que se poso en los labios del mayor te hizo entender que le gustaba tu conjunto, sonreiste orgulloso, el se hizo a un lado, dándote paso a su auto, abriendo la puerta para que pudieras entrar, como todo un caballero.

— Vaya que estas precioso Tsukishima— dijo una vez que el auto arrancó.

— Tu también te ves muy bien Kuro — dijiste con una sonrisa.

— Primero iremos al cine, hay una película muy interesante que quería ver hace tiempo, seguro que te gustara — dijo sin sacar su mirada de la autopista.

— Seguro, según recuerdo tu gusto en películas no era tan malo como el de Kotaro — mencionaste mirando su perfil.

El solo rió, recordando como el peligris les había hecho verse una maratón de High School Musical en una de sus últimas salidas, habías estado burlandote de cada uno de los personajes sin dejar que el mayor disfrutará su película, pero aún así te callaste en la segunda “Es la única que no es horrible” dijiste en ese momento, pero la verdad era que te encantaba el drama de Brian.

La dramática vida de Tsukishima KeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora