Conway x Horacio [One shot's]

one

La poca iluminación del bar lo hacia ver mas peligroso y sucio de lo que en realidad era, el barman con una barba descomunal y un poco panzón con tatuajes en todos sus brazos y el pañuelo rojo en su cabello canoso lo hacia ver como un motero, pero la realidad era completamente otra. Aquel bar era el ambiente mas amigable y tranquilo donde tomarse las mejores cervezas de la ciudad y Paco, el barman, era un respetable hombre de familia que amaba por sobre todo a su hija. Un lugar que pasaba desapercibido para la juventud llena de gilipollas.

Conwey bebía tranquilamente su cerveza mientras miraba el partido televisado junto a sus grandes amigos: Volkov e Ivanov.

Volkov se había puesto cómodo, desabrocho los primeros botones de su camisa y se quito las gafas, con tan poco dejaba de sentirse tenso, dejaba de ser un policía durante unos segundos. Ivanov solo hizo desaparecer su pistola, la dejo en el coche.

Habían terminado su turno hace veinte minutos y el bar de Paco era la mejor opción de la noche. En vez de estar relajándose Conwey nunca dejaba de pensar, ahí donde lo observabas mirar el futbol tan concentrado en realidad su mente volaba hacia muchas partes; siempre era sobre el trabajo, persecuciones, presos, robos, atracos, drogas... estaba cansado de todo, pero aun así el pensaba, analizaba y planeaba.

Bajo sus gafas observo de soslayo a sus compañeros, Volkov comía maní e Ivanov jugueteaba con su baso casi a la mitad, pensó y planeó detenidamente. La verdad que es desde hace algunos días su mente volaba a situaciones que nunca antes había vivido, no lo suficiente para tenerlos ocupando sus pensamientos. Se consideraba un hombre distante, reservado y algo frío, tenía su cachito de compasión, sus momentos de humanidad, pero la mayoría del tiempo era borde con absolutamente todos. Razón por la cual nunca se planteo convivir con alguien, no podría con ello, con soportar a alguien además de él cada segundo de cada día hasta que la otra persona o él se cansara, porque eso pasaría inevitablemente: alguien finalmente cedería.

Lo intentó, por supuesto. Ya tenia su edad y en medio de una crisis que negara siempre haber tenido, intento darle un sentido a su vida, una esposa, un hijo, un perro y una bonita casa, pero deserto la idea, las mujeres eran demasiado insoportables para él, los niños y los perros eran una molestia y su sueño de casa era distinta al modelo habitual, el prefería un piso simple y no una casa equipada con mil cosas innecesarias y un patio lleno de flores. No, el prefería su vida tal y como estaba. Se dedico a solo involucrarse con relaciones de una noche y aquello le fue perfectamente bien, ¿para qué quería más?

Su excepción llego una tarde en comisaria, con un atraco e intento de secuestro en algo tan ridículo como una furgoneta "del vicio". Acudió un poco cansado de esos tipos, pero un poco feliz de poder salir de comisaria y hacer algo, finalmente termino siendo mas entretenido de lo que admitiría alguna vez. Por alguna extraña razón aquellos dos sujetos se le pegaron como lapa desde ese día, se los encontraba más a menudo y en situaciones cada vez más bizarras. Cuando los convirtió en sus sapos personales ahí su excepción se convirtió en su excepción realmente.

Supone que fue cuando mostró el dildo o quizá fue algo que se agrando como una bola de nieve cayendo por una montaña, al principio lento con coqueteos que no fueron devueltos, con un empujón de sus insultos que incitaban al otro y al final se convirtió en una avalancha que arraso con todas sus barreras y se deshizo una tarde en su despacho.

Su excepción que creyó momentánea se convirtió en un hecho. Era un hecho que le seguía el juego o fingía no darse cuenta, era un hecho que el dildo lo sacaba con mas frecuencia y que las amenazas llovían, era un hecho que a veces bajaba disimuladamente las escaleras, ponía las cámaras en bucle y lo llevaba a su despacho, era un hecho que al jefe le había comenzado a gustar la vida en la oficina.