Soledad en aquella roca azul

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Ya casi no se podía observar ninguna estrella, hace miles de años atrás podía observar algunas, siquiera podía observarlas...

La expansión del universo había comenzado a acelerar hace ya mucho tiempo atrás, en algún momento no habría nada que observar allá arriba.

La lucha por encontrar seres inteligentes de otros planetas era casi inexistente en este momento, de que serviría sí estábamos rodeados de materia oscura, no faltaba mucho para que nuestra estrella se apagará, pronto todo se volvería oscuridad.

Dejé de mirar por el telescopio, debía de haber alguna manera de revertir esto de alguna forma tenía que lograrlo.

Hace miles de millones de años atrás una especie subdesarrollada de humanos desató enfermedades y guerras, lo que causó destrucción en la mayor parte de este planeta, no solo se destruyeron esos humanos, muchas especies tuvieron el mismo destino. Los pocos que sobrevivieron fueron mayormente niños y adolescentes, estos educados para que no cometieran el error de sus progenitores, no debían herir a su especie y mucho menos a otra, todo el esfuerzo humano debía ser dedicado a lo académico, no debía haber absolutamente nada de banalidades; poco a poco los sentimientos fueron reprimidos y la búsqueda de la inmortalidad se puso en marcha, fue ahí donde el humano evolucionó... En un laboratorio.

Me he educaron como a los otros niños, en cierto momento tuve que comenzar a investigar como el resto, para todos nosotros era excitante aprender, desarrollar y crear, mi especie no era abundante, éramos pocos, preferíamos que la naturaleza tuviera prioridad en este planeta.

Mi trabajo antes de la aceleración consistía en buscar las respuestas de las más intrigantes preguntas que el ser humano subdesarrollado se había hecho, poco a poco fuimos descubriendo cada una de ellas.

EHL149 era el nombre de uno de mis compañeros con el tuve que compartir dormitorio por muchos años, cuando éramos jóvenes él encontró un dispositivo primitivo, con el cual se obsesiono hasta el punto de llevarlo con él a todos lados.

Cuando nos dimos cuenta de la acelerada expansión todos sabíamos lo que significaba, muchos no resistieron. Todos pensaron que nunca iban a tener sentimientos, pero el miedo floreció y eso casi termino con los de mi especie, quedábamos pocos y al pasar el tiempo solo quedamos mi compañero y yo. Hasta que un día simplemente fui yo, tome ese dispositivo de su cuello y lo coloque en el mío.

El observatorio astronómico se encontraba en una colina, quería observar las estrellas por mí misma, me perdí nuevamente en mis pensamientos y me dejé llevar por mis sueños.

Estaba expulsando un tipo de líquido por mis ojos, no entendía porque lo hacía, y porque dolía tanto. Miro alrededor mío y lo recuerdo, ese pequeño ser que me hizo sentir cosas inexplicables para un ser como yo, descubrí amar, reír, sufrir, temer, entre otros sentimientos que se suponían que jamás debería haber comprendido. Recuerdo el dolor cuando nunca más lo pude volver a ver, a prendí que es perder algo, perder a alguien que uno ama, aprendí por qué no debía sentir, porque los sentimientos son tan dañinos, aprendí que era la muerte. Era solo una niña entonces y ese pequeño ser fue lo único que tuve, no lo nombre hasta muchos años después que falleció. Estaba parada a un lado donde lo enterré, nadie sabía de su existencia y nadie debía saberlo ya que estaba prohibido entrar otros seres vivos, planté una semilla de árbol donde había dejado su pequeño cuerpo, ahora ya era un imponente árbol.

Una gota cayó en mi rostro y entonces desperté, comenzó a llover sin parar, corrí hacia el observatorio y me senté en la entrada donde había una pequeña gotera, me concentré en ello, intentando no pensar en que tal vez no había esperanza.

Una gota cayó en mi rostro y entonces desperté, comenzó a llover sin parar, corrí hacia el observatorio y me senté en la entrada donde había una pequeña gotera, me concentré en ello, intentando no pensar en que tal vez no había esperanza

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Un Planeta Sin EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora