Capítulo XXVII

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Solo abrir los ojos y ya estoy aterrada, con pánico y apunto de un colapso nervioso.

Hoy es la redada, hoy es la maldita redada y hay algo en mí que no me dejó domir hasta que dieron las 3 a.m.
Solo pude ver a Breiden dormir toda la noche. Verlo cómo suspiraba en sueños, y cómo estrujaba mi cintura buscando acercarme mucho más a él.

Temo más por él, de lo que temo por mí misma. No soportaría que por mi culpa algo le sucediera.
No tuve estómago ni para desayunar antes de salir del departamento camino a la jefatura. Pero, de igual manera, Breiden pasó a una cafetería y compró dos cafés y unos pastelitos para ambos.

No he dicho mucho en lo que lleva de la mañana. No ha sido mucho tampoco, son sólo las 7:30 a.m, pero ha bastado para poner a Breiden de los nervios.

-¿Me podrías decir qué te preocupa tanto?. Sólo me has contestado con monosílabos y tú eres bastante parlanchina.

-No es nada.

-¿No es nada?. En cualquier otro día me hubieras dicho que no te llame parlanchina... ¿Qué tienes, nena?. ¿Debo preocuparme?.

-Me preocupa lo de hoy, Brei. Tengo miedo, mucho miedo.

-¡Ey, muñeca!. No lo tengas. Te quedarás con Collins y Henry. Te gusta estar con ellos y te cuidarán cómo yo lo haría.

-No temo por mí. Tengo miedo a que algo te pase por mi culpa.

-No sería tu culpa si es que algo me sucede. Es mi trabajo atrapar a los villanos, ¿recuerdas?.

Mi respuesta es solo un suspiro profundo mirándolo con pavor impregnado. Él está muy seguro de sí mismo, pero ésta sensación de desasosiego no se me quita. No se quiere ir.

Al llegar a la sala de la unidad, veo a las personar ir y venir corriendo de un lado para otro con mucho afán.

-¿Así es siempre con una redada?.

-A veces es peor.

Breiden me lleva a su oficina y después de preparar un papeleo y ofrecerme a ayudarle con algunas cosas.
Breiden comienza a prepararse.
Ésta vez lleva equipo de protección antibalas. No sólo su chaleco. Lleva casco y muchos más implemento de seguridad. Una radio, un pequeño salveque en el que lleva municiones, y una AK-47, aparte de su revólver de servicio.

-Necesito que me escuches atentamente.-dice en cuanto está atando las agujetas de sus botas de combate-No te separes de Collins o Varela. Hazles caso en lo que te pidan. No te metas en problemas. Volveré, lo prometo.

Mi silencio no lo deja tranquilo, pero después de que asiento con la cabeza, se relaja un poco más.

-Dame un beso. Lo merezco.

Me acerco a él y me pongo de puntitas para poder besar sus labios. Sus manos, que tienen guantes de cuero puestos, me toman de las mejillas y me mantienen ahí para él.
Breiden no profundiza nuestro beso, sólo es un beso agridulce. Un beso de despedida muy doloroso.

-Te quiero, mi pequeña muñeca.-susurra en la comisura de mis labios.

Mi cuerpo, sin poder evitarlo, comienza a temblar de pánico y al notarlo, Breiden me estruja entre sus brazos y yo rodeo su cintura con los míos.
Una lagrima resbala por mi mejilla y él, tan bello cómo siempre, me besa repetidas veces la coronilla de la cabeza.

-Estaré bien, amor. No te preocupes. Volveré a más tardar al anochecer.

Trato de que él no me vea tan descompuesta. Sé que si me ve así, su mente no estará tan centrada cómo debería, y no puede permitirse ni un solo fallo ni distracción.

Cuando Decidas Amarme. ¡TERMINADA!. Where stories live. Discover now