Día 3: Omegaverse

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El cielo nublado no arruinaría su estado de ánimo, nada podría arruinarlo.

Charles esperaba sentado junto a una de las ventanas con Peter en la sala común de la mansión. Varios estudiantes que caminaban por ahí se preguntaban qué era lo que mantenía al profesor tan ansioso, algo que no era muy común de ver en un hombre tan sereno, aunque todos sabían cuál (o quien) era la única razón para que este saliera de su zona de confort.

Fuera de la mansión una gran tormenta se llevaba a cabo, los caminos estaban inundados y unas refrescantes brisas de aire frio recorrían los pasillos que, después de tantas tardes calurosas, era bienvenidas con alivio en la escuela para mutantes.

El peliplata solo podía sonreír al ver el gran entusiasmo del omega de su padre al enterarse que este se encontraba a solo unas cuadras de ahí, o eso le había dicho Erik hacía unos cuantos minutos.

–¿Seguro que ya viene? Llevamos esperando horas aquí. -Pregunto el ojiazul mirando tras la cortina de una de las grandes ventanas que daban a la entrada.

–Si, profesor. Erik ya viene en camino, no debe tardar mucho.

Las feromonas de Charles inundaron todo el cuarto cuando a lo lejos, detrás del gran cancel metálico, visualizó un pequeño taxi amarillo y como un hombre con una maleta cuadrada caminaba a paso acelerado hacia la escuela bajo aquel diluvio.

Había llegado, su alfa por fin había regresado. Todos estos días lejos de él lo habían hecho sentir triste y necesitado a su omega interior, no había realizado sus habituales deberes con el mismo entusiasmo de siempre y eso lo molestaba mucho. Pero era parte de estar enlazado a alguien, Charles había aceptado las consecuencias que eso traería al ser mordido por Erik.

A unos cuantos metros de llegar a las escaleras de la entrada, el menor no aguantó más y salió corriendo a recibirlo dejando atrás al peliplata, mojándose casi al instante con la helada agua que caía violentamente sobre la pareja.

Erik lo sostuvo firmemente con un brazo contra su pecho cuando el ojiazul salto hacia él, envolviendo sus piernas en su cintura, mientras con su otra mano sostenía su maleta.

–Mi omega... -Dijo el alfa apenas dejándose oír, hundiendo la nariz en el cuello del menor olfateando con insistencia.

Caminando bajo la tupida y helada lluvia, después de un intenso abrazo, subieron las escaleras aprisa dejando un gran rastro de agua tras ellos al llegar dentro.

No habían notado que varios alumnos habían estado observando toda la escena anterior, con esas caras que siempre ponían cuando veían juntos al profesor Xavier y a Magneto.

Charles no pudo evitar sonrojarse y protegerse en su alfa, quien soltó un ligero gruñido de alerta despertando a todos de su ensoñación y haciendo que se ocuparan en sus asuntos.

–¡Peter! -Dijo Erik al ver a su hijo a unos pasos de ellos. Presuroso a abrazarlo, caminó a él con brazos abiertos, algo que hizo retroceder al omega.

–Oh no no, yo me abstengo de abrazos paternales, gracias. No quiero tener que cambiar mi ropa, es mi outfit favorito. -Confesó el peliplata con las palmas arriba dando unos pasos atrás haciendo reír a Charles.

–No seas un niño caprichoso y abraza a tu padre. -Erik tomó a Peter de los hombros pegándolo a su camisa empapada.

–¡Nooo, mi camisa! ¡Suelta, suelta! -Gritaba entre risas el adolescente.

Cuando al fin Erik decidió que estaba suficientemente mojado, lo soltó y Peter salió corriendo de ahí antes que decidiera arruinar su cabello también.

Fue cuando el mas alto noto que Charles estaba titiritando, así que los dos se dirigieron escaleras arriba a la habitación que compartían desde hace un tiempo.

Abrieron la puerta del cuarto y Erik volvió a sentirse en casa después de varias semanas, visualizando como el viento movía suavemente las blancas cortinas y lo acogedor que parecían las sabanas del mismo color. Se apresuro a acercarse y a cerrar las puertas que daban al balcón.

–Entra tu primero, liebe. -El alfa no quería que el omega obtuviera algún resfriado por estar demasiado tiempo con ropa mojada, pero no pudo ganar nada más que una linda mueca del menor.

Así que después de varios minutos de quejas acerca de quien sería el primero en tomar una ducha, un Charles molesto de haber perdido entró al baño para quitarse la ropa y entrar a la regadera.

Erik decidió desempacar su ropa dejándola esparcida por la gran cama blanca, guardo las pequeñas botellitas que había llevado al viaje y al momento de poner la ropa en el cesto, el omega salió del baño.

–Te toca, Erik. Deja ahí. -Dijo secando su cabello suavemente. -Yo termino de acomodar, ahora ve a bañarte, cielo.

El castaño decidió vestirse con ropa cómoda que consistía en una camisa blanca sencilla y un pantalón de tela suave. Así que mientras escuchaba como el sonido de la regadera y de la ahora más relajada lluvia se mezclaban, Charles empezó a acomodar la ropa de Erik.

De repente sintió una fuerte sensación en su pecho, no sabría describirla, pero se sentía cálida y profunda. El olor a madera de su Alfa llenaba su nariz y no pudo evitar llevar una camisa a su rostro para olfatearla mejor. Su omega gimoteaba agradecido después de haber sido privado de ese placer por varias semanas.

Xavier subió a la cama y se acurrucó entre las prendas del mayor acomodándolas para que estas lo rodearan, se sentía tan embelesado y perdido en la suavidad que sentía en ellas que no notó cuando este salió del cuarto de baño, con una toalla alrededor de su cintura y la mirada perdida en la habitación.

–Charles... ¿Qué es ese olor tan dulce? No lo había notado antes.

–No lo sé, pero me reconforta, me hace querer dormir... -Dijo el omega con una sutil y dulce voz llamando la atención de Erik.

–¿Por qué estas acurrucado sobre mis camisas? -Pregunto extrañado el mayor hasta que su mente se iluminó. -Dios, Charles. ¿Estás haciendo un nido?

El omega abrió rápidamente los ojos entrando en razón de sus acciones incorporándose de un salto.

–Mierda... Eso significa...

–¡¿Estás en cinta?!

Cherik Week 2020Where stories live. Discover now