Ruggero
- ¿Cómo fue tu cita? – pregunto a mi amigo Anthony.
-Fue perfecta, creo que estoy enamorado – dijo suspirando y tirándose en unas de las sillas que están en frente de mi escritorio.
- ¿Crees? ¿o lo estás? – despego mi vista del ordenador y lo miro.
-Lo estoy – dijo sonriendo.
- ¿Dónde la llevaste? – le pregunte.
-Al mejor restaurante de París y luego a la torre Eiffel – me contesto.-Que romántico saliste, no sabía que lo fueras – rio y el hace lo mismo.
-Bueno, a veces tengo mis momentos – dice – por cierto, me dijo que es amiga de karol – que suerte la mía.
- ¿Enserio? – dije.
-Si me dijo que trabaja con ella en... no recuerdo donde me dijo – dijo pensativo.
-En su estudio de fotografía – le digo y el recuerdo de la vez que karol y yo casi volvemos a hacer el amor.
-Exacto y además... - alguien entro a mi oficina.
-Doctor Pasquarelli, acaba de llegar la practicante que la universidad mando – joder, se me olvido que una estudiante vendría hoy a que le enseñara más o menos como trabajar como ginecólogo.
-Sí, dile que pase – le digo a mi secretaria y ella se va.
-Creo que yo me voy, suerte con la estudiante, espero que no te toque una tonta como la última vez – dice Anthony.
-Oye, no seas duro con ella, hizo su mejor esfuerzo – defiendo a la pobre chica.
- ¿Cómo no serlo? Si en cuanto vio un poco de sangre se desmayó – dice riendo y no puedo evitarlo... y es que ¿Quién estudia medicina si no le gusta la sangre?
-Sí, tienes razón, pero al menos lo intento – digo y veo como mi amigo se va y me quedo solo unos minutos. Hasta que llaman a la puerta – pase.
-Buenas tardes, Doctor Pasquarelli – dice la chica cuando entro – Emilia Clarke.
-Buenas tardes, siéntese por favor – ella se sienta y me fijo desde entro no ha dejado de sonreír ¿no se cansa?
-Aquí esta todo el papeleo de la universidad para que lo vea y me diga si esta todo en orden y no haya ningún problema – dice y tomo la carpeta para revisar los papeles.
-Bien, parece que todo está en orden así que hoy empiezas a trabajar como mi ayudante, a la hora de revisar a los pacientes quiero que estés atenta – le dije.
-Muchas gracias no sabe lo emocionada que estoy por empezar – dice.
-Me alegro y puedes llamarme ruggero. No me gusta que hablen como si fuera un viejo – digo y ella asiente – bueno pues empecemos, tú te quedas afuera con la secretaria hasta que te llame.
La mañana se pasó demasiado rápido y ya era hora de comer. Hoy para mi desgracia no comería con karol porque tenía mucho trabajo y no podía, así que decidí invitar Emilia a comer algo para conocerla mejor.