4: Diógenes

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Recién unos días después, Thea tuvo un respiro del trabajo. Fue fácil comprobar que ninguno de sus hermanos había sido vendido ese mes. Se permitió un poco de esperanza.

Lo difícil fue saber si el hombre que ocupaba frecuentemente sus pensamientos había sido adquirido por alguna dama acaudalada. ¿No podía tener un nombre un poco más inusual? Como el hijo de Aria, o sus hermanos. Había más de cincuenta hombres llamados Stephen que habían sido vendidos solo durante el último fin de semana. Los registros de venta no tenían foto. Lo único que distinguía un Stephen de otro era un código de identificación, que era único.

Tecleó el nombre en el buscador del registro de inquilinos. Después de unos segundos, tenía una lista larguísima en pantalla. "Se han encontrado 573 coincidencias con el nombre solicitado" rezaba el cartel que tapaba parte de la lista. Thea se llevó la mano a la frente. Esperaba encontrar muchos, ¿pero tantos?

—¿Dónde quedó la originalidad? —se preguntó en voz baja.

No podía revisarlos uno por uno. Las fotos tardaban una eternidad en cargarse.

El teléfono sonó y se distrajo un momento.

—Oficina de la directora Aria Campbell —dijo mecánicamente.

—Hola, habla el Dr. Elliot Rider.

Thea se quedó muda al escuchar aquella profunda voz masculina. ¿Además, había dicho "doctor"?

—¿Disculpe? —balbuceó.

—Soy el Dr. Elliot Rider, jefe del Pabellón Azul. ¿Podría comunicarme con la Directora Campbell, por favor? —repitió con voz serena.

—Aguarde un momento —logró decir.

A medida que pasaban los minutos, la carcomía la curiosidad. Siempre le habían dicho que los hombres no accedían a estudios avanzados. Un doctor, nada menos. Había escuchado bien. Meditó sobre el tema. No tenía nada de malo que un hombre estudiara en una universidad, de hecho, era genial. No había pensado en ello nunca. En realidad, no había surgido nada que desviara sus cavilaciones por aquel rumbo.

Tenía otras cosas en las que pensar, por lo que dejó el tema para después. Sus hermanos, por ejemplo. No había ningún Orpheo, ni Diógenes en la lista de ventas. Tecleó el nombre del primero en el buscador. Descubrió que ya había sido vendido el año anterior. Al parecer, seguía casado. Thea rogó que le estuviera yendo bien con su matrimonio. Por suerte, su esposa le llevaba apenas diez años. Su nombre no le sonaba para nada, así que descartó la idea de ir a visitarlo.

Pasó a Diógenes, que aún era parte de la Escuela. Para alegría de Thea, su ficha estaba en el archivo. Antes de empezar a leerla, se puso a ver el puñado de fotos que había. Los mismos ojos verdes y el mismo cabello castaño. De hecho, a Thea se le ocurrió que, de haber nacido varón, sería exactamente así. Frunció el ceño al pensarlo. Pasó a la ficha con los datos:

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DIÓGENES STERLING N°2257—004—743189

EDAD: 22 años

ALTURA: 1,78 m PESO: 80 Kg

OJOS: verde musgo

CABELLO: castaño rojizo, ondulado

INFORMACIÓN RELEVANTE:

ENFERMEDADES CONGÉNITAS: No

APTO PARA ENGENDRAR NIÑOS: Sí

Mercado de Maridos (HES #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora