V

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-así que tu prima siempre habla de su padre y su hermana?.

Bebió su té con tranquilidad sonriendo de lado con burla, pero la rubia no se dio cuenta.

Ella estaba acostada boca abajo en el suelo, dibujando y con algunos dulces a su alrededor.

-sí, a veces a Ada le cansa pero también entiendo que ella extraña mucho a su familia.

-no hablan de otra cosa?.

-no, es muy rara la vez que Jenny habla de otras cosas con Ada solo cuando está mi hermano, kiel sí habla conmigo de muchas cosas!.

La menor se asustó cuando escuchó un trueno sonar con fuerza y los dos miraron a la ventana del living.

Una tormenta se había desatado en la ciudad imperial provocando que nadie pudiera estar en las calles por la fuerte caída de agua y la fuerza del viento.

Athanasio le había dicho que sus padres no irían a buscarla ese día porque no podían a causa de la tormenta pero que al otro día la irían a buscar. Y Adara le creyó inocentemente.

Ya que, supuestamente, sus padres enviaron una carta para decirle que podía confiar en Athanasio, que él era un viejo amigo de la familia. Claramente Adara creyó en la carta, ya que ella no recordaba la letra de sus padres.

Ella apreto los lápices de colores y bajó la cabeza, no estaba en su casa y ella le tenía miedo a las tormentas.

-Adara.

La nombrada lo miro y se levantó al ver que la llamaba con la mano, de atrás suyo sacó un conejo de peluche color negro con un lazo blanco.

-cuando tengas miedo solo abrazalo y el miedo se irá -ella agarró el peluche con emoción y lo miro atenta.

Sus padres le regalaban muchos juguetes pero a ella jamás le llamó la atención, pero éste peluche tenía algo que en verdad le llamaba la atención.

-..gracias! -le sonrió brillante abrazando al conejo.

El mago solo sonrió levemente ignorando la punzada en su corazón y miro el pequeño símbolo rojo que apareció en el pecho del consejo.

.

.

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La miro atento y analizó cada fracción de su rostro, la pequeña rubia estaba durmiendo abrazando al peluche que le regaló.

Athanasio estaba sentado al borde la cama, luego de cenar Adara cayó profundamente dormida y él la llevó a uno de los cuartos de la mansión.

-"tienes el mismo flequillo que ese mocoso, el mismo color que mi cabello y los ojos de esa zorra pero...no eres igual a nosotros, tú no fuiste contaminada".

Sin poder evitarlo acarició su cabello dorado y sonrió de lado al ver que la menor se acurruco ante su caricia.

Esa pequeña de cuerpo tan frágil como el cristal, había llamado su atención.

Era una sorpresa, en tan solo 1 día logró capturar su atención.
Claro que por tener interés en esa pequeña no iba a dejar sus planes de lado.
Adara era como cualquier niño, inocente, alegré y amable.
Pero ella era sumamente tímida aunque esa timidez se esfumaba cuando lograba tener algo de confianza. No dudaba de que al crecer se convertiría en una mujer hermosa y con autoridad.

Estaba en su sangre ser alguien con un porte de líder.

Lo veía en sus ojos.

Ella sería alguien importante.

Tiempo Dorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora