¿Y AHORA QUÉ?

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-¿Cómo lo lleva Ritch?- La verdad es que estaba preocupado por el hombre. Tan solo habíamos pasado una semana con ellos y aún no se podía decir que los conociésemos del todo. Pero cada vez que nos despistábamos, Ritch se encerraba en su mundo y miraba a la nada.

-No te preocupes porque lo veas así. Él siempre ha sido reservado y callado, no tiene que ver con lo que tú crees- Asentí. Aunque Emilio me dijese que no tenía que ver su comportamiento con la muerte de su hermano yo no podía evitar fijarme que la mirada que ponía cuando se quedaba absorto en la nada era como la de mi hermano Peter o como la mía cuando nadie estaba para entretenerme y me daba por pensar.

-¿Cómo... Cómo fue?- No pude evitar pensar en mi madre.

-¿El qué?- Dejé de mirar a Ritch y me fijé en Emilio.

-La transformación de su hermano.

-Bueno... No es algo agradable de contar. Lo pasamos mal todos.- Bajé la cabeza.

-Lo... Lo entiendo... Solo quiero saber si... Si sufrió.- Esa idea me mataba por dentro. Ellos se habían esperado y habían aprovechado hasta el último minuto con Rou cuando fue mordido. Sin embargo yo... Mi madre...

-No te preocupes.- Emilio pareció leerme el pensamiento. -Pasaron como 6 horas. Luego tan solo se durmió y despertó a la hora sin ser... Bueno... Ya sabes... Sin ser él-Asentí. -¿Estás bien?

-Si...-Le dediqué la sonrisa más sincera que pude. Emilio apoyó su mano en mi hombro y lo apretó ligeramente.

-Oye Emilio ¡Emilio! Mira lo que he encontrado.- Sentí un poco de celos al oír a mi hermano llamando a Emilio en vez de a mí. Parecía que se llevaban muy bien. Supongo que eso era bueno. Lo mejor era que mi hermano se distrajese, que no pensase.

-Vaya, a quién tenemos aquí. ¿Dónde estaba?- Sentí curiosidad. Emilio había puesto la típica voz que se pone cuando le hablas a un bebe, agudizándola exageradamente. Me acerqué y me asomé a ver qué es lo que escondían. Mi hermano me miró sonriendo, sus dientes blancos resaltaban sobre su cara ya llena de polvo y arena por falta de agua suficiente para poder ducharnos.

-Mira hermano, mira lo que encontré. ¿Nos lo podemos quedar?.- Pet agarraba con sus manos a un pequeño gatito de ojos verdes y pelaje oscuro con una pequeña marca blanca en su frente. La voz de hablarle a un bebé se instaló en mis cuerdas vocales.

-Pero qué cosita más bonita.- Me agaché junto a ellos y sentí cómo Emilio me miraba fijamente mientras yo cogía al gatito entre mis brazos y lo alzaba sonriendo. La verdad es que poder ver algo vivo, algo tan bonito como ese cachorro era difícil de encontrar en este mundo. Le dirigí la mirada y sonreí. -¿Se puede venir con nosotros?

-Jamás abandonaría algo tan bonito, lo sabes.- Me sonrojé sin poder evitarlo con sus palabras. Decírmelas mirándome tan fijamente había provocado un revoltijo en mi estómago. Mi hermano me quitó el gato sacándome de mi embobamiento. Me encantaba verlo sonreír.

-Te voy a llamar Hotaru o akira o Hikari.

-Creo que es un chico.- Dijo Emilio sonriendo a mi hermano.

-¿Un chico?- Asentimos. -Entonces Neko.- Se dio la vuelta y se fue con el gato en brazos hacia Rosa.

-¿Todos eran nombres japoneses?- Reí.

-Mi hermano adora el anime... O bueno, lo hacía.- Emilio tan solo asintió y se fue a ayudar con la comida. Me quedé observando su espalda, la ancha camiseta de tirantes azul que llevaba dejaba al descubierto sus esbeltos hombros, pantalones beige que dejaban ver parte de su ropa interior y unas deportivas converse. No sé cómo lo lograba para verse siempre sexy. Habíamos conseguido esa ropa en el pueblo anterior, abandonada en una de las casas y aunque encontré un armario de ropa de mi talla a mí nada me sentaba bien. En estas semanas había perdido mucho peso y músculo. El no estar entrenando me estaba pasando factura. Cada vez echaba más en falta el ventolin. Al menos ya no me paralizaba cuando veía uno de "esos".

SOBREVIVIENDO AL MAÑANA. (S.A.M). LGBT Where stories live. Discover now