RIO ABAJO

477 66 16
                                    

Aún no podía creerme cómo era posible que Peter hubiese acabado con uno de “esos”. Pero estaba claro que era más fuerte de lo que lo fue hace tan solo unas semanas atrás. Y que había reaccionado de la forma correcta.

El grito de Taylor, nos había advertido haciendo que nuestras miradas se encontrasen por un segundo, antes de centrarnos totalmente en el “eso” que se nos echaba encima. Yo no había sido lo suficientemente rápido y con tal de intentar proteger a mi hermano me había lanzado a cuerpo desprotegido contra “eso”. Tan solo para evitar que pudiese si quiera acercarse a Pet.

Había caído encima de él y lo había atacado con mis propias manos, desesperado por intentar escaparme y tener un pequeño segundo para agarrar el bate o una de las flechas de la ballesta, que gracias a dios no había robado.

Había dirigido mi mirada hacia Pet, esperando que llegase en cualquier momento para alejar de mí al “eso”. Pero Emilio estaba demasiado lejos y demasiado ocupado como para poder ayudarme.

Por un momento había aguantado la respiración. Olía demasiado a descomposición. Como si alguien se hubiese dejado la basura escondida en una habitación durante meses. Era una mezcla extraña, entre hierro, basura y huevos podridos. O por lo menos pensé que era lo que más se asemejaba. No era un olor agradable, de eso estaba seguro y hubiese estado a punto de vomitar de no ser por Pet.

No sé de dónde apareció o en qué momento había decidido no esconderse. Pero a mí me había venido muy bien. Había agarrado mi bate que andaba rodando a la deriva por el suelo y había golpeado al ser en la cabeza. Lo suficientemente fuerte como para que dejase intentar alcanzar mi cuerpo con su boca. Y dejase además de arañar y mover los brazos como si se estuviese ahogando en el agua.

-corre, corre, corre- Dijo Pet impaciente, para que me levantase y acabase la faena que él había empezado. Pero yo aún estaba demasiado descolocado con esa horrible peste. –Joaquin, ¡Que vienen!- Por fin pude reaccionar y agarré de la mano de mi hermano el bate, golpeando de nuevo al “eso” que me había atacado antes de que recuperase el afán de andar y morder.

-Vaya, sin la pistola y tu puntería, esto no es tan fácil- Dijo Taylor poniéndose a mi lado justo después de librarse del “eso” con el que se había enciscado.

-Gracias por el cumplido, supongo.- Pasé por su lado y fui a darle la mano a Emilio que se levantaba del suelo en ese momento.

-Gracias- Me dijo sonriendo, con la cara llena de sangre salpicada de cuerpos ajenos.

-Tienes algo en la cara.- dije divertido, intentando quitarle hierro al asunto.

-¿Enserio? Trae, que lo comparto contigo.- Emilio se acercó a mis labios con su cara manchada de rojo y puse las manos parándolo para evitarlo.

-Déjalo- Sabía que no llegaría a besarme, pero no quería arriesgarme a ello. Él sonrió satisfecho y empezó a mirar alrededor mientras el resto de la gente se unía en el centro de un círculo provocado por cuerpos ahora mutilados sin compasión.

-Este es el tercer grupo que nos encontramos- Me dijo sin quitar ojo a los cuerpos del suelo.

-Esta vez han sido nueve-Ambos miramos a pedro que hablaba mientras abrazaba a su esposa. –Esperemos que la cosa no siga así, pasamos de cuatro a seis y ahora a nueve. Como se siga incrementando dudo que podamos con ellos.

-¿Cuánto queda para llegar al rio?- Preguntó mi hermano.

-Estamos a las afueras de la ciudad. No creo que el río ande muy lejos.

-Estoy harto de andar.- Me reí y le revolví el pelo.

-Si quieres empezamos a correr.- Hice un amago de empezar a hacerlo y Pet se enganchó de mi brazo para que lo arrastrase conmigo.

SOBREVIVIENDO AL MAÑANA. (S.A.M). LGBT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora