veintitres

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No tenía ganas de nada ultimamente, me desinteresé por todo, y por todos. No quería ir a la escuela, no hacer ejercicio, esa semana comenzaban las clases de ballet, y no asistí, ya que se me dificultaría en un principio. Mamá trataba de animarme, incluso me ayudó a inventar excusas para que nadie me visitara, no era algo tan grave, pero era algo que cambiaba toda tu vida.

—Mía, ya pasaron siete días—recordó la madre de esta al llevarle el desayuno.

—No quiero que me hagas el desayuno, yo puedo—esta intentó levantar la bandeja pero por la falta de ejercicio y movimiento constante, no tenía fuerza suficiente.

—Mía, ya oíste al doctor el lunes. Dijo que debíamos ayudarte, y si no pones en practica tus manos ni haces los tratamientos, no ayudará. No es efectivo que te quedes en cama siempre—añadió y esta suspiró—Azucena me habló ayer por la tarde, ella, Ander y todos en la escuela quieren que regreses, debes hacerlo. Hazlo por tí, ¿sí?

—Esto no es leucemia, ni alzheimer, no es demencia, pero ¿sabes que putada es que no puedas levantarte por tí misma en la mañana? ¿sabes que horrible es no tener control de los temblores? y no solo eso, fatiga, espasmos, rigidad en los músculos, trastornos del sueño, y podría continuar.—respiró intranquila.—yo iba por la vida diciendole a la gente que sea fuerte, y yo no puedo.

—Mía, no conozco a alguien más valiente y fuerte que tú—dijo al tomar la mano de la rubia—eres la tía más paciente que conozco. Y sé que si lo deseas, saldrás de todo esto, lo harás. Yo confío en tí, porque eres mi hija, coño. Eres una Cucco.

—Eso sonó muy cursi y cliché—murmuró haciendo reír a su madre —gracias—añadió y la mujer sonrió sin más—pero hoy no ire a la escuela.

..

Al entrar al aula, todos se quedaron... observandome. Como si para vosotros fuese, no sé, una bebé que acababa de nacer. Ahora sé lo que sintió Ander al confesar su enfermedad.

—Te llamé, fui a tu casa, te envié mails, me tenías preocupado—dijo Ander inquieto y esta soltó una carcajada.

—Vale, que no soy un niño por favor—suspiró y este sonrió—"hola amor, ¿cómo estás? ¿te sientes bien? ¿aún tienes mal de parkinson?" —preguntó irónica tratando de imitar su voz y este hizo una mueca.

—Hola, Mía—saludó Valerio al verla tomar asiento—nos enteramos de...

—sí, tengo la enfermedad de un abuelo, ¿algo más? ¿quieres una bebida, unas gomitas?—ironizó.

—que va, solo te avisaba. Y... ¿cómo estás?

—bien—alzó una ceja luego de un suspiro—normal—intentó embozar una sonrísa despreocupando a los presentes, la verdad es que no tenía ganas de explicar por lo que ocurría, no quería que se alteraran.

..

—no tenías porqué venir, Mía—dijo el castaño al ver a su novia en la quimioterapia.

—yo vine, porque quiero, y porque me importas. Ahora cállate y esperemos—pidió y este sonrió de  costado.

—va a ir bien, ya vereis.

—¿no te tendría que estár animando yo?—preguntó la rubia irónicamente graciosa.

—haz pasado la noche con pesadillas—bromeó.—ya, trae mala suerte. ¿Qué es lo peor que me puede pasar ahí dentro?—preguntó haciendo mofar a la rubia.

—Pués mira, que coja tu expediente y diga "uf casi"—respondió el muchacho a su lado.

—"Que alegría Ander, vas a hacer tan feliz a tantas familias que necesitan un donante"—ironizó cruzando sus brazos.

—Va a ir bien— murmuró el muchacho al ver que llamaron a Ander para ver al doctor.

El doctor nos llamó, y no tan esperadamente, tenia malas noticias. La quimioterapia de Ander tendría que continuar, y con mas intensidad.

—Mira, esto es lo que te hace falta, una buena fiesta—rió Guzmán al recibir la invitación de una fiesta al igual que la rubia.

—no sé, Guzmán. Todo está tan follado ahora. Que no tengo ganas para hacer ni la más hostia de las fiestas, mierda.—este frunció el ceño y siguió a la muchacha.

—Mía, se que todo esto, está todo mal, pero, tienes que distraerte. El doctor dijo que deberías hacerlo, hostia. Se que no es una situación fácil, pero debes mantener una actitud positiva y activa. No te enfrentes a la enfermedad, adáptate a él. Mía, hagamos esto...—suspiró—yo seré, una clase de confidente. —habló haciendo reír leve a la muchacha—mirad, podrás decirme como te sientes en momentos oportunos, o te cargo si lo desees...

—Guzmán, no soy invalida, puedo caminar—rió interrumpiendolo.

—¿aceptas o qué?—asintió burlona.

[...]












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| ᴇʟɪᴛᴇWhere stories live. Discover now