CAP X

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Seis días antes…

Shinichi llegó a la central cómo todos los días. Saludando amablemente con una sonrisa en la cara y con las pilas cargadas para acabar con todos los casos que pudiese resolver ese día.

Saboreó su café para llevar, ya medio frío y tiró lo que quedaba a la basura antes de colgar su abrigo y sentarse en su escritorio.

A ojos de su entorno, su rutina parecía no haber cambiado en absoluto desde su última conversación con Shiho, pero al detective le había afectado más de lo que esperaba.

Las fases en una ruptura son distintas en cada persona y Kudo, después de martirizarse la cabeza en busca de una respuesta a porqué debía acabar todo eso que tenían de ese modo, su cuerpo había cambiado toda esa confusión por rabia, auto protegiéndose y a raíz de eso, se negaba a querer tener absolutamente nada de conexión con ella. Se sentía herido y su cabeza sólo podía relacionar que ella era la causante de todo ese dolor que sentía.

La odiaba por herirle de esa manera.

“Kudo, ¿Puedes acercar esto al laboratorio? Es importante, que lo analicen cómo prioridad.” Le Preguntó la inspectora Sato mientras cargaba su pistola y se revisaba el uniforme. “Tengo que salir urgentemente.”

A Shinichi levantó una ceja ante sus palabras, no le hacía ninguna gracia su petición, pero sabía que no podía negarse, así que resopló y cogió las cosas antes de dirigirse contra su voluntad al laboratorio. De todos modos, no podía evitar siempre ese lugar.

Subió un par de plantas y entrecerró el ceño inconscientemente a medida que iba acercándose. Se sentía más incómodo a cada paso que daba y su pecho empezó a comprimirse a medida que abría la puerta entrecerrada, emitiendo un pequeño chirrío.

Cerró los ojos y pasó sin pensárselo más. Respiró profundamente para calmarse un poco y abrió los ojos para enfrentarla. Pero el laboratorio estaba vacío.

La confusión se instaló en su cara al momento. Observó detenidamente el laboratorio empezando por su escritorio. El ordenador seguía encendido, los papeles de sus investigaciones encima del escritorio y la taza de café que siempre tenía sobre el escritorio, seguía humeando ligeramente. ¿Pero dónde estaba ella?

“¿Qué haces aquí?”

Para su suerte, la incógnita desapareció rápido al encontrársela tras su espalda mientras entraba al laboratorio masajeándose los hombros.

“¿Qué quieres?” Volvió a preguntar sin prestarle apenas atención al ver que no hablaba, a la vez que volvía a sentarse y continuaba por dónde lo había dejado.

“¿Dónde estabas?” Preguntó.

“¿No puedo ir ni al baño acaso?” Preguntó ella a la defensiva. “¿Qué quieres Kudo? No voy a volver a preguntártelo.” Dijo seriamente mientras se masajeaba las sienes y leía el artículo de la pantalla. Empezaba a hacerse tarde y se estaba haciendo un día muy largo para todos y ella tampoco se escapaba, ya que el trabajo empezaba a acumulársele.

Él volvió su expresión a una neutra y dejó caer los documentos que cargaba encima de la mesa. “De parte de Sato.” Dijo sin más, dándose la vuelta, alejándose de ella nuevamente y abriendo la puerta para salir.

“¿De que vas, Kudo?” Le preguntó ella antes de que cruzase la puerta, después de notar la sequedad con la que la trataba.

Él paró el paso, pero no se dignó a girarse.

“¿Ahora vas a poner toda la culpa sobre mis hombros?” Le preguntó ella molesta. “Te estás comportando cómo un imbécil actuando de esa manera.”

Amar en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora