Capítulo 19

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||Hola de Nuevo, cielo||

—Y entonces, aquella noche, al borde de la muerte, mientras el frío entumecía sus sentidos, Snape le dijo a Harry... —su labio inferior comenzó a temblar y de su boca salió un sollozo. —Lo siento, no puedo continuar. Sé que prometí que sería fuerte, pero cuando se trata de Severus simplemente no puedo porque lo juzgué tanto,tanto que aun me siento culpable. ¡Compréndeme! —

El caballo resongó y Neferet gimoteó en respuesta.

—Eres malo conmigo. Te conté incluso sobre Albus y tú solo... Haces ese ruido que sale de tu bocota, ¿cómo puedes ser tan frío?—

Obtuvo la misma respuesta por lo que únicamente bufó y recostó su espalda sobre el costado del caballo, el cual se encontraba descansando sobre una pila de ropa vieja que ella había armado en el garage de aquella maltratada casa donde había pasado la noche.

—Duérmete. Cuando salga el Sol, nos iremos. —

[•••]

Simplemente no podía creerlo. Estaba caminando fuera de la celda, donde por ocho largos años lo habían mantenido encerrado, forzando a su cuerpo a olvidar sensaciones tan básicas como lo era sentir la brisa recorriendo su cuerpo u oler el aroma de las plantas.

Pero ahí estaba Negan, de pie, frente al lado interno de muro alexandrino, saboreando un tomate que había robado de la huerta, con ropa nueva y una gorra; un morral que contenía una botella de agua y algunos tomates; además de una brújula colgando en su cuello.

Oyó el canto de las aves y disfrutó unos segundos de la salida del Sol, el cual le otorgo un poco de calidez a su cuerpo. Una vez terminó de comer, arrojó la pala hacia el exterior, oyendo su impacto contra el suelo; posterior a eso comenzó a escalar, pero su acción de saborear la libertad fue aplastada cual tractor de juguete pisado por un pie.

Judith quitó el seguro de su arma y le apuntó al ex-lider Salvador; este sonrió naturalmente.

—Pensé que eras más inteligente. — admitió Judith.— Supongo que no. —

Negan dejó salir una risita. Aquella rubia era su persona favorita.

—No vas a dispararme, niña.— aseguró, sin bajarse.

—Si, lo haré. —

—No voy a volver. Así que jale del gatillo si está segura, señorita. —

Lejos de bajar el arma, Judith la afirmó, apuntándole a su cabeza.

—¿Qué te parece esto? Yo sigo mi camino, tú, el tuyo, y no volvemos a vernos jamás. —propuso.

—Me parece que no. — negó apretando sus labios y señalando el suelo con la boca del arma.

Negan bajó y soltó un suspiro, viendo que su intentó de escapar se estaba viendo frustrado por una mujercita de nueve años nada más.

—Cuando tu mamá y tu papá me encerraron me dijeron que yo servía para algo. —le contó, con un poco más de seriedad. —Que ayudaría a mostrar que las cosas pueden cambiar. Y cambiaron...—admitió.— Mierda, claro que cambiaron. Para todos, salvo para . Mira a tu alrededor. —le pidió.— Alexandría es maravillosa, pero ¿mi parte? Cuatro paredes y una bacinilla. —

Y parecía un chantaje, algo que se vería natural en él; sin embargo, no era así. Era la verdad y Judith lo consideró unos momentos hasta que volvió a afirmar el arma, luchando internamente por dejarlo ir o no.

El Puente ||Daryl DixonWhere stories live. Discover now