2. Algo salió mal

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Sin decir una sola palabra, Rubí asistió y comenzó a recorrer la habitación con la mirada fija en los frasquitos de colores. Poco segundos después se detuvo frente a una de las estanterías, eligió uno y se lo entregó a Rita.

La anciana se quedó contemplando la sustancia azul brillante como si no comprendiera qué debía hacer.

-¿Este juguito me va a hacer joven otra vez?-preguntó con desconfianza.

-Esta poción es exactamente lo que estas buscando-le respondió Rubí, muy seria.

-¡No lo tomes, abuela!-le advirtió Lyna-. Puede ser peligroso.

-Ay, m'hijita, vos siempre tan desconfiada.

Rita se bebió el contenido de un sorbo. Apenas terminó, se miro las manos en busca de alguna señal de esa juventud que tanto deseaba. Pero nada ocurrió.

-Aproximadamente en una hora, la transformación se habrá completado y verás los resultados de la poción-dijo la mujer-. Ahora si me disculpan, tengo cosas que hacer. Será mejor que se vallan-añadió mientras tomaba el dinero y desaparecía detrás de las cortinas por las que había llegado.

Salieron de la tienda y recorrieron las calles del pueblo en silencio durante un rato, hasta que llegaron al parque. Al ver el agua del lago que brillaba a lo lejos, el Señor Pato saltó de los brazos de su dueña y corrió a darse un chapuzón, así que la familia decidió hacer una pequeña parada para comer algo mientras la mascota disfrutaba de aire libre.

Melina sacó de su mochila unos bocadillos que habían comprado en una de las tantas tiendas de la feria y Lyna tendió un mantel en el pasto para preparar el picnic.

Después de un rato, la abuela ya se había olvidado de su enojo. De hecho, casi se le había borrado por completo lo sucedido y se entretenía observando a sus nietas que jugaban con una pelota a la orilla de lago, mientras el Señor Pato corría de un lado a otro intentando alcanzarla.

de repente, Rita comenzó a sentirse extraña. Le dolía el estomago y hacía unos ruidos extraños que cada vez eran más fuertes. Tenía ganas de vomitar  todo lo que había comido.

No quiso asustar a sus nietas, que estaban divirtiendo, y fue a refugiarse detrás de uno de los árboles más cercanos, donde nadie pudiese verla. Pero apenas dio dos pasos, sintió que su cuerpo se sacudía con violencia.

"Una de dos", pensó Rita mientras caía al suelo. "O esa bruja me enveneno o la pócima está funcionando".

Muy asustada, trato de convencerse de que todo estaría bien, aunque no podía recuperar el el control de su cuerpo. Hasta que, de repente, se desvaneció.

-¡Abuela!-la llamó Lyna desde lejos, al notar su ausencia-. ¿Dónde estás?

Rita recuperó la conciencia al oír la voz de su nieta. Solo habían pasado cinco minutos, pero a Rita le parecieron una eternidad. Las niñas ya habían dejado de jugar y la buscaban. Debía volver con ellas.

Cuando Rita abrió los ojos, notó que algo no estaba bien. Incrédula, levantó una de sus mano y la miró. Notó entonces que su visión seguía tan mala como siempre, así que trató torpemente de acomodarse los anteojos, que ahora le quedaban enormes, y pudo ver con claridad.

-¡Ahhhhh!-grito aterrorizada.

-¡Abuela, ¿qué pasó?-respondió Lyna corriendo junto a su hermana hacia el lugar de donde provenía el sonido.

Cuando encontraron a la abuela, Melina dio un paso hacia atrás mientras ahogaba un grito con las manos. Lyna quedó paralizada, sin poder reaccionar.

Ninguna de las dos podía creer lo que estaba viendo.

-M'hijitas, creo que algo salió mal-se lamento la anciana. En su voz podía notarse una mezcla de angustia e indignació

Una familia anormal *El misterio de la hechicera*Where stories live. Discover now