• • • 『 C A P I T U L O 29 』 • • •

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Finnick Odair.



ENTIERRO MI TRIDENTE EN EL AGUA. VIEJOS RECUERDOS aparecen otra vez en mi cabeza, pero trato de no concentrarme en eso, porque ya es pasado, ya no importa. Pescar es lo único que me mantiene concentrado en otra cosa, lo único que me hace salir de mi casa, esperando poder olvidar los días, semanas y meses que llevo sin ver a Selene. Los primeros días fueron difíciles, Annie tuvo que hacerse cargo de muchas cosas, aunque nos ayudábamos mutuamente con nuestros episodios y ella me intentaba animar diciendo que Selene volvería en pocos días. 

Esos días se volvieron semanas en las que tuve que entretenerme en diversas actividades, desde ayudar a crear el hospital del distrito 4, hasta hacer redes de pesca para todas las personas que llegaban al distrito de a poco. Esas semanas se fueron volviendo meses, en los que pescaba, ayudaba y me mantenía ocupado todo el tiempo para no pensar en que no volvía a mi vida y que cada vez era más difícil creer que mantendría su promesa. No hubo llamadas, cartas o algún indicio de cómo estaba.

Nadie sabía de ella.

Pronto esos meses se convirtieron en un año. La soledad había servido para pensar las cosas, para poner en orden mi cabeza y encontrar cierta paz que pensé que la había perdido hace mucho tiempo. Selene tenía razón: probablemente nos habríamos terminado por odiar, porque pasé meses sin perdonarme no haberla cuidado y eso mismo habría desatado inseguridades en nosotros y nuestra relación. Aun así, esperaba que ella volviera, que hubiese encontrado su propia paz y perdón, aquella que le fue arrebatada cuando era una niña. 

"El amor puede doler".

Había intentado no presionar demasiado, pero a llamaba de vez en cuando a Johanna o Katniss para saber de ellas y de Selene, ambas diciendo que no la habían visto desde el Capitolio, pero asegurando de que volvería, que siempre lo hacía y que no podría aguantar la vida sin mí a su lado, pero eso no era cierto. Ella podría vivir sin mí perfectamente, era yo el que no podía concebir una vida sin ella. Esperar, eso era todo lo que me quedaba y confiar en que lo haría algún día.

Dejo los peces que he capturado con Annie y vuelvo al mar para seguir con la idea de conseguir suficiente pescado para las personas que trabajaban en el hospital, que no contaban con tiempo de nada. Había vuelto a usar el tridente que tenía en mi distrito, mientras el que fabricó Beetee se encontraba en el sótano de mi casa, escondido en una caja junto a la espada de Selene, y esperaba jamás tener que volver a usarlas. Me sentía más seguro con mi propio tridente, de todas formas. 

El agua cristalina permite que pueda ver los peces con mayor exactitud y me quedo observando unos minutos el horizonte, todo lo que tenía, pero aún no era feliz, no podía serlo del todo. Me faltaba ella. Le habría gustado mucho estar aquí, teniendo una vida tranquila, creando memorias. El tridente se entierra en los peces cercanos a mí y me siento satisfecho por no haber perdido mis habilidades, pero todo queda olvidado cuando escucho cierta voz:

― Algo que nunca se me dio fue pescar, lo cual es raro, porque soy buena en todo. ¿Me enseñas?

Me giro bruscamente, soltando el tridente, y veo con asombro, necesidad y añoranza a la rubia que se encuentra a mi lado, con su vestido blanco empapado en agua, sus ojos celestes transmiten ilusión y una sonrisa enorme en su rostro. Una sonrisa que no apreciaba hace mucho, mucho tiempo. Se ve feliz. Su cabello rubio es cubierto por un sombrero que la tapa del sol y se ve más que tranquila. Tiene una actitud de timidez que no veía en ella desde hace años, desde que era niña, pero eso no quita mi impresión y me pregunto si es un sueño, si no estoy alucinando, porque he soñado tantas veces con esto, que ya estoy acostumbrado a la decepción de despertar y no tenerla a mi lado.

II. Libertad ━ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora