*Narrador omnisciente*
Yuuka colocó su peinado por sexta vez y observó su aspecto con ojo crítico por quinta vez, soltando un gruñido de fastidio. Se aproximó de nuevo al espejo que tenía delante, inclinando el cuerpo hasta que la nariz rozó su superficie. Cogiendo un mechón de pelo que le caía por la frente, volvió a gruñir.
— ¿Descontenta? —por el rabillo del ojo vio como Yui se aproximaba con una pequeña sonrisa, dulce pero divertida.
— ¡Es este peinado! —suspiró Yuuka abriendo los ojos exageradamente. Se llevó una mano a la cabeza y revolvió su cabello. Su cabello dorado, liso pero ondulado, alborotado pero ordenado, y actualmente a la altura de los hombros para desesperación de su portadora, que indudablemente añoraba su longitud.
—Oh, vamos Yuuka. Estás genial así. —Yui le agarró la mano ensanchando su sonrisa. —Eres otra Yuuka, una mejor, más segura, más fuerte, y todavía más guapa que la anterior.
La menor de los Sakamaki la observó con los ojos brillantes y una sonrisa, tan deslumbrante como siempre. Asió su mano con fuerza y la arrastró brincando fuera del cuarto, en dirección al salón en el que las habían citado.
Después de algunos meses, la calma parecía volver a reinar en la mansión Sakamaki. Pero esta vez, otro cálido sentimiento la acompañaba: la más dulce felicidad. Porque por fin, los seis hermanos Sakamaki se sienten verdaderamente tranquilos, al lado de Yui y de su ya no tan reciente hermana menor Yuuka, que a pesar de todo no ha cambiado su energía y humor ni un ápice.
— ¡Tú sí que estás guapa! —continuó Yuuka, haciendo que su amiga diese una vuelta sobre sí misma con gracia.
—Gracias. Hoy me tenía que esmerar, al fin y al cabo… —la mirada de Yuuka esquivó la suya con nerviosismo, y Yui decidió enmudecer con una sonrisa.
Pero desde luego era un día especial, al menos en apariencia. Yui llevaba un vestido verde aguamarina, con mangas de volantes y hasta el suelo. Sus bucles dorados estaban recogidos con cuidado, y su piel clara relucía. Yuuka llevaba un vestido rosado la altura de las rodillas, con mangas y cuello de encaje. El cabello lo llevaba suelto, una costumbre que no había perdido. Y algo que tampoco había perdido era su sorpresa cada vez que se llevaba la mano al cuello y lo encontraba desnudo.
—Al fin y al cabo…—suspiró, sin acabar la frase. De pronto, algo la hizo detenerse; estaba siendo rodeada por los hombros por unos brazos fuertes y evidentemente rápidos.
—Raito, ¿qué haces, pedazo de idiota?
— ¿Yo? —una voz divertida resonó en el oído de Yuuka. Ésta asestó un brusco codazo en el estómago al mayor de los trillizos, Raito Sakamaki, el cual se acababa de instalar descaradamente entre Yui y ella— ¡No hago nada!
Antiguamente, Yuuka se habría enfadado por el comportamiento confiado del chico, pero ahora todo eso había quedado atrás, muy lejos… Sonrió a su hermano mientras le sacaba la lengua y se adelantaba ante la mirada cariñosa de Yui.
— ¡Ya estamos listas! —canturreó, entrando con un salto alegre al salón principal de la mansión. Se encontró con cinco miradas de diferentes colores que la observaban. A su espalda, Raito entró corriendo mientras reía por lo bajo, y Yui le siguió acelerada mientras maldecía sus tacones.
—Por fin—Reiji Sakamaki se levantó del sillón en el que se había instalado. —Te dije 10 minutos para vestiros, Yuuka.
—Sí, sí… —resopló la chica, sin abandonar su sonrisa. El segundo de los hermanos la observó con seriedad, pero desistió rápidamente la idea de sermonearla; Yuuka siempre se salía con la suya.
—Estás… guapa. —una voz a su lado la hizo girarse con los ojos brillantes. Yuuka no tardó ni un segundo en lanzarse a los brazos de Subaru, que la recogió sin dudarlo con una pequeña sonrisa.
—Oye, tú también lo estás, querido. —rio la rubia, con una sonrisa burlona haciendo que Subaru frunciera el ceño con irritación. Llevaba un traje por primera vez en su vida, y lo veía muy incómodo. Yuuka recorrió con la mirada la estancia, observando los ropajes elegantes que portaban sus hermanos. Porque hoy era…
—Yuuka-chan. —escuchó decir a Kanato en voz baja. Yuuka no retrocedió, ni le observó con desconfianza como antaño, simplemente se acercó a él con expresión interrogante. El peli violeta no la miraba a los ojos.
—Feliz cumpleaños.
La habitación entera se sumió en un pesado silencio.
—En toda mi vida, es la primera vez que celebro mi cumpleaños… —susurró Yuuka con un hilo de voz. Se llevó la mano al cuello, aliviándose inmediatamente al notar el tacto cálido de su piel. Levantó la mirada. Todos sus hermanos, y Yui, la observaban con precaución. Sonrió.
—Gracias, Kanato.
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Ya. Corto.
Pero era necesario.
Antes de nada...cumpleaaaaaaños feeeeeliiiiz (?) oka ya :v Nuestra Yuuka, querida, amada Yuuda -al menos por mí- cumple añitos *u* se ha hecho mayor </3 ahora no me preguntéis cuando cumplen ellos que os vais al carajo <3
Espero que os haya gustado, y ya sabéis, votad y comentad ^^ Hamo que lo hagáis (?) :'v
Cambio y corto~
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Bloody Nightmares [Diabolik Lovers #2]
Fanfiction¿Por cuánto tiempo durará esta paz? Yuuka creía haber alcanzado la felicidad por fin, al lado de los seres que más quiere. Con Subaru, Yui y sus hermanos...todo era perfecto. Hasta que por supuesto, un anuncio destruyó aquella apacible tranquilidad...