Capitulo 2

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Como en la mayoría de los vuelos, la tripulación del vuelo 756 de Virgin estaba esperando en la puerta para recibir a sus pasajeros. La morena que estaba cerca de la entrada habría reconocido a su famosa pasajera nada más doblar la esquina del túnel aunque no hubiera llevado una gran bolsa llena de raquetas. Había pasado la mañana viendo cómo la hábil Valentina Carvajal aniquilaba a su adversaria. Al verla en persona, todos los que estaban en la puerta del avión estuvieron de acuerdo con que la jugadora era aún más guapa en persona.

— Bienvenida a bordo, señorita Carvajal, espero que disfrute su vuelo, y enhorabuena por su triunfo— dijo la capitana Juliana Valdez. Había salido de la cabina, como tenía por costumbre antes de cada vuelo, para unirse a la tripulación en el recibimiento de los pasajeros en la puerta del avión, y había dejado la chaqueta con los reconocimientos de su graduación colgada del respaldo de su asiento.

— Gracias, señora, pero si me quiere de verdad, ¿me podría traer una taza de chocolate caliente y un sándwich si los tiene? Gracias, bonita – dijo Valentina. Los auxiliares que rodeaban a Juliana se taparon la boca con la mano para disimular las sonrisas y las risas que estaban a punto de escapárseles por lo que había supuesto la joven. Juliana era una piloto excelente, pero era una perfeccionista, y trabajar con ella era un poco difícil, de modo que ver que alguien le bajaba un poco los humos tenía gracia.

– Veré lo que puedo hacer mientras piloto el avión y esas cosas — dijo Juliana tratando de controlar su genio. Su tripulación se mantuvo con la mirada al frente y en silencio, sabiendo el esfuerzo que había tenido que hacer la pequeña piloto para no añadir "cretina" al final. Valentina tuvo la decencia de ofrecerle una mirada de disculpa, pero no se la ofreció verbalmente, sino que se encogió de hombros y pasó ante el grupo rumbo a su asiento.

– Así se hace, campeona, seguro que nos manda a la clase turista para vengarse. Ahora que estamos solos ¿quieres decirme qué pasa con Alicia? – Mateo metió su bolsa en el compartimiento de encima y luego se sentó junto a la ventanilla, dejándole a Valentina el asiento del pasillo.

Los dos siguieron sonriendo mientras lo demás pasajeros iban embarcando y felicitándolos al pasar como si fuesen viejos amigos. Valentina saludaba asintiendo a cada uno, sin hacer caso de su entrenador por el momento.

— Vamos, Valentina, sentarse a mi lado en uno de estos torneos es como el beso de la muerte para cualquier relación que parecer tener. Quiero que tengas vida fuera del tenis y que seas feliz, niña. Créeme, eso te provocará más deseo de ganar que estás tonterías que has estado haciendo con todas estas chicas.
— Tengo el deseo de ganar, Mateo, así que déjalo ya. No eres mi madre. Solo quiero volver a casa y relajarme un poco sin complicaciones. ¿Acaso es un crimen? Alicia era divertida, pero ella tiene sus propios rollos de los que preocuparse sin que yo se los fastidie. En serio, colega, cuando conozca a esa de la que hablan todos los cuentos de hadas, serás el primero en saberlo.

Cuando sacó de la bolsa de mano su ejemplar de la primera edición de Matar a un ruiseñor, Mateo supo que la conversación había terminado por ahora. El pelo cortado más abajo de los hombros formó una cortina alrededor de su cara que la aislaba del mundo exterior y Valentina se perdió en otra novela clásica. Esta es la Carvajal sobre la que nadie escribe, pensó Mateo. Valentina era mucho más que el tenis, pero esas otras partes las mantenía ocultas.

La chica mala del tenis era en realidad una persona muy reservada e inteligente a quien le encantaba leer cuantos libros le permitía su programa. Pero Mateo sabía que eso no era una noticia de primera plana tan interesante como lo sería la noticia de Alicia en cuanto se diera cuenta de que le habían dado plantón. El ceño que se le puso al pensar en eso se disipó rápidamente cuando vio que la capitana avanzaba por el corto pasillo de primera con una bandeja en la mano. A lo mejor la mujer hasta tenía sentido del humor.
— Siento haber tardado tanto, pero hemos tenido que mandar a buscar las cosas. No queríamos que se dijera que en Virgin no hacemos lo imposible por hacer felices a nuestros pasajeros – dijo Juliana sarcásticamente al tiempo que depositaba la bandeja delante de Valentina. El discurso se interrumpió momentáneamente cuando el libro que tenía la mujer en las manos se cerró sin hacer ruido y la piloto se vio atravesada por unos ojos casi blancos e incoloros. Era como si los ojos de Valentina fueran camaleones que hubieran adoptado el color de su camiseta — ¿ Le parece bien Godiva ? — preguntó Juliana, sin retroceder de nuevo al pasillo. En su cabeza surgió el dicho " los ojos son el espejo del alma" al verse atraída al espacio personal de Valentina. Era como si Juliana pudiera sentir el poder que estar tan cerca de ella cuando Valentina soltó aliento, bajó la cabeza y miró la ofrenda que le había traído la capitana.

Juego, Set  y Partido. Adaptación JuliantinaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz