Extra #1

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El ruido del agua cayendo de la tubería rota empezaba a exasperarle con vehemencia, por más flexiones, sentadillas y demás ejercicios que hiciera, su paciencia menguaba de a poco con el goteo constante que ponía a prueba su paz mental. 

Contaba los segundos que aquel infernal sonido le había estado torturando desde que llegó a ese pequeño cubículo de tres paredes y una gran reja; una hora y media atrás sopesaba sus acciones y lo terrible de estas sin un ápice de arrepentimiento. Quizá la gotera era su castigo por hacer justicia por su propia mano e involucrar a su hermanita en su crimen. 

Se recostó en el sucio suelo de concreto que hedía a orines. Arrugó la nariz con desagrado y expiró con molestia antes de gritar con enfado y recibir quejas de sus compañeros de las celdas vecinas. 

De repente, el goteo cesó. 

Resolló agradecida por tal cosa pero la tranquilidad le duró poco, el estruendoso sonido de una alarma se expandió por todo el lugar. 

Vio a los oficiales correr por todos lados y a los prisioneros alborotarse por la confusión que no alcanzaban a entender. 

Intentó aprovechar la agitación pero por más fuerte que fuera, le era imposible atravesar la reja eléctrica sin obtener un gran daño. 

Desistió rápidamente. La idea de huir aunque atractiva, venía con muchas consecuencias detrás. No quería arruinar su vida más de lo que ya lo había hecho. 

Mientras se lamentaba, divisó a un pequeño ratón al otro lado de la reja, movía su diminuta nariz con una gracia que le provocó sonreír. Sin embargo, al notar que este se encogía, se alejó de él con repudio. 

El roedor dio un salto y atravesó los orificios del metal para reunirse con ella. Apenas se transformó, Nora cambió su gesto asqueado a uno de asombro total. 

—¡Tú! ¿Qué diablos haces aquí?

Él mantuvo su ademán serio sin sorprenderle un poco que la chica le hablase de tal modo. Observó su reloj de muñeca antes de que una explosión detrás de sí derribara la puerta de la celda. 

—Te doy dos opciones. Puedes quedarte aquí y recibir tu castigo por asesinar a Nino Lahiffe o... puedes venir con nosotros y ayudarme con mi objetivo que no es muy lejano a lo que ya hiciste —explicó con sobriedad, sin alguna señal de estar bromeando.

—¿Por qué habría de confiar en ti? ¿Qué es lo que quieres?

Él formuló una media sonrisa que lucía cruel y torcida. La muchacha sintió un ligero escalofrío recorrerle el cuerpo al verle así. 

—Lo que quiero es destruir a cada metamorfo existente. Hay uno en particular que me interesa y vive escondiéndose tras la piel de cierta serpiente escurridiza. Y creo que tú lo conoces perfectamente. 



Reiko fuera. 

Misterios en París (Lukadrien)Where stories live. Discover now