Manada Liberada

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Se transformó para esquivarle.

No le dio tiempo siquiera, a pensar en una estrategia.

Félix era muy veloz, por lo que no tuvo otra opción que deslizarse a toda prisa e ignorar a Adrien.

Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al advertir al muchacho cambiar de una pantera a una serpiente, como él.

Gracias a Adrien, tenía conocimiento de lo cansado que podía ser para los metamorfos transformarse de forma constante. Así que sólo tenía que encargarse de que el chico terminara exhausto.

Luka se limitó a esquivar sus ataques y alejarlo lo suficiente de Adrien hasta que el agotamiento hiciera mella en él.

Mas la forma en que se movía sin señal alguna de rendirse, le dio a que pensar. No era normal que, en su condición, pudiese cambiar tan rápido y sin miedo a lo que el futuro le deparaba.

No quería ser el culpable de la muerte prematura de ese muchacho pero no podía dejarle salirse con la suya.

Al notar que el rubio no planeaba ceder, volvió a tomar su forma humana y le miró a los ojos con seriedad.

—Hablemos —sentenció firme y con las manos levantadas a la altura de su cabeza, mostrando así que no escondía nada.

Pasaron unos minutos antes de que el menor le imitara, sin despegar la vista de su primo que parecía inconsciente en el suelo.

Couffaine también le veía. Era como si esperaran a que alguno hiciera un movimiento en falso para correr hacia Adrien y hacerse con el chico. Quien llegase primero, se llevaba el premio.

Sabía que no podía ganarle en velocidad, así que tenía que distraerlo hasta hallar la manera de proteger al Agreste.

—¿Por qué haces esto? —Félix se volvió a él, mirándole alternadamente que veía a su primo—. Eres un metamorfo, como Adrien. ¿Sabías que acabas de acortar tu vida por esa pequeña pelea? Morirás joven.

El chico sonrió, tenebroso, provocándole temor al azabache que le creía loco por hacer ese gesto en un momento de tensión.

—No me importa. No soporto a Adrien y voy a deshacerme de él —dijo, extendiendo su sonrisa todavía más.

El miedo gobernó a Luka, su corazón se aceleró y sintió las manos temblarle. No podía dejar que Félix se llevara a Adrien. No se perdonaría jamás si no podía salvarle de él.

Apretó las manos en puño, lastimándose por la presión ejercida en sus palmas. Tenía que deshacerse de Félix lo antes posible.

Le observó con un profundo resentimiento que divirtió al menor.

Ahora que finalmente se había acercado a ellos, no podía darse el lujo de dejar ir a Adrien. Lo necesitaba para sus planes y ni su estúpido novio ni nadie más evitaría que cumpliera su propósito.

El azabache corrió hacia él, intentando golpearlo. Una pelea a puño limpio sonaba más fácil de ganar que una dónde el otro tenía clara ventaja.

No obstante, no contó con que el rubio le sorprendiera con sus habilidades para el combate. En un abrir y cerrar de ojos, Luka se vio sometido por el menor con la cara en el suelo mientras Félix le tenía sostenido del brazo con su peso sobre él.

Rio burlón al notar el patético intento del mayor por detenerle.

—No eres muy listo, ¿verdad? No hay manera de que me venzas, acéptalo —el más alto se removió, inquieto.

Misterios en París (Lukadrien)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin