1: Amor inocente, amor floreciente

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Gracias a un papeleo intenso de la mano de sus padres, Tamaki podía salir dos fines de semana al mes, para visitar a sus padres y al clan. En teoría, claro.

Siempre se veía con Mirio; salían o se quedaban a conversar en la casa de alguno.

Los padres de Tamaki no se preocupaban más de lo necesario con respecto a la relación que tenían Mirio y Tamaki.

Sabían que eran amigos desde que se mudaron, llevaban años siendo cercanos.

Pero la confianza no se debía a eso, los años no pesaban cuando las castas estaban involucradas.

La confianza se debía a que Mirio era un beta. Ya había sobrepasado la edad promedio de presentación y el adolescente no había manifestado ser ni alfa ni omega; ya que las presentaciones tan tardías eran muy poco comunes, era casi seguro que ese chico era un beta.

Y, dado el fuerte lazo que parecía unir a este beta con Tamaki, obviamente los Amajiki pensaron que sería el beta vinculado a su hijo omega.

En la sociedad actual, conseguir un beta vinculado era difícil. Las manadas ya no eran tan numerosas como antaño, y las manadas nucleares eran tan pequeñas, abundantes y cerradas que los roles comunes de "manada" solo se practicaban en las escuelas, orfanatos y algunos centros de trabajo, pero el lazo nunca era tan fuerte como con la manada nuclear.

Por ende, que un omega se consiga un beta para la resolución de conflictos era pura suerte. Tampoco es algo indispensable en la vida de los omegas, pero un omega adquiría cierta "jerarquía" si tenía un beta vinculado.

Los betas, por naturaleza, resolvían conflictos. Ese era su rol principal en una manada común.
Antiguamente, cuando aún existían manadas numerosas con integrantes mixtos, los betas se encargaban de reparar las grietas que surgían en la manada.

Los alfas nunca dejaban su actitud jerárquica, por lo que, que un alfa y un beta se vinculen era difícil; contrario a ello, el acceso a los omegas en los asuntos amistosos y diplomáticos era mucho más sencillo, los betas solían desarrollar más cercanía con estos, gracias a ello, se generaban vínculos. Era lo común, pero no lo absoluto.

Un beta vinculado a un alfa cumplía el papel de mediador.

Un beta vinculado a un omega cumplía dos papeles: mediador y protector. Sin necesidad del asunto romántico.

Los betas no se vinculaban a alfas u omegas con un propósito sexual ni romántico, solo era su naturaleza. Y si el alfa o el omega se casaba, el vínculo no se veía afectado —a menos que se distancien por años—, era un vínculo originado y reforzado con la amistad.

Claro, siempre había excepciones ajenas a las castas, donde los alfas y los omegas terminaban enamorándose de betas. Pero esas relaciones rompe-reglas siempre habían sido mal vistas y tomadas como anomalías de la naturaleza.

Obviamente por la cabeza de los Amajiki jamás pasó la "absurda" posibilidad de que entre su hijo y el hijo de los Togata hubiera algo más que la amistad. Después de todo, Tamaki había sido criado de formas tradicionales.

Los padres de Tamaki estaban gustosos de que su omega hijo haya podido conseguirse un beta. No cualquier amistad desarrollaba un vínculo instintivo, solo las amistades más estrechas lo hacían. Tamaki y Mirio parecían cumplir todos los requisitos.

Después de todo, estaba este dicho... Un vínculo nace, no se hace.

Así que los dejaban pasar juntos incluso noches enteras de pijamadas.

En esa ocasión, habían decidido salir al cine. Y, como siempre, Tamaki le dejó escoger la película a Mirio; este, ni corto ni perezoso, escogió una de acción. Fast & Furious, si era preciso, fue Mirio mismo quien compró las entradas y hacía cola por las palomitas.

Alpha CourtshipWhere stories live. Discover now