11. Yersinia Sinistra Pestilenza

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Inglaterra, 1350

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Inglaterra, 1350.

El ambiente alrededor de la mansión se tornaba lúgubre, opaco; un espesor verdoso ascendía del pantano y sublimaba con impetuosidad el manto del bosque, mezclándose en las sombras como un asesino al acecho, un curso al que la prestigiosa sociedad secreta de la Corte Morpheus no prestó el mínimo reparo, su atención se enfocaba en el vino llenando las copas de celebración. En la añeja mesa oval de madera donde presidían su célebre encuentro, un mapa de energía escarlata poblaba el espacio, en él destacaba un color oscuro extendiéndose sobre Eurasia.

—Salud. Por el nuevo final, el próximo comienzo y el inminente acceso de Morpheus a nuestro mundo. —La mujer que lideraba la mesa alzó su copa. Tanto ella como los demás vestían elegantes atuendos feudales que combinaban el escarlata con el negro.

—Y porque no puede ser de otra forma, por Italia, nuestro blanco más certero. —Brindó el hombre obeso a su derecha—. Siempre tan pagana y a la vez tan religiosa, y siempre dispuesta para nuestros fines más ambiciosos.

Otro integrante de la mesa respiró hondo, como quien olfatea el más placentero de los aromas.

—Desde Las Cruzadas que la muerte de esos sucios blasfemos no se sentía tan exquisita. Su exterminio masivo será el almidón de nuestro ascenso.

—Y cuando gran parte de la humanidad haya sido borrada —continuó otro hombre en la sala, de cabellos plateados—, entonces nos regocijaremos con la satisfacción del deber cumplido. Grande sea nuestro Señor.

—¡Por Morpheus! —Brindaron en coro, chocando sus copas—. ¡Salud!

Y en el momento en que bebieron, el aura tétrica a su alrededor finalmente fue percibida con la abrupta apertura de las puertas. La atención pasó enseguida al arco de finos acabados bajo el que una figura allanó su blasfemo santuario. Los distinguidos miembros de la Corte lo vieron con una fiereza maquillada de elegancia, no atacaron, pero no por ello bajaron la guardia ante la insolencia de su inesperado huésped.

—Interesante propuesta el provocar la Yersinia pestis, respetables damas y caballeros de la Corte, pero me temo que les falta... ambición.

El hombre se terminó de colocar en el medio de la habitación, donde ajustó la elegante gabardina de su traje oscuro, el verde ácido en sus acabados era una antítesis completa a los colores que representaba la Corte, su presencia los irritaba, no podían ocultarlo. Era pálido, de barbilla cuadrada, con ojeras marcadas que denotaban en él un rostro rígido; su cabello negro azabache era un tanto largo, pero estaba pulcramente peinado hacia atrás.

—Cómo se atreve a interrumpirnos de esa forma. —Los ojos de la líder de la mesa se tornaron de un amenazante carmesí. El corset le apretaba los pechos de una provocada forma lujuriosa—. Tiene un minuto para justificar su aberrante presencia en esta solemne sala, o recibirá la hostilidad que su irrespetuosa intromisión ha provocado.

Mago Universal: Encrucijada temporalWhere stories live. Discover now