Capítulo 2. Whitman

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Hotch los había convocado al día siguiente a primera hora, para una reunión de coordinación. Cuando Morgan llegó, todos estaban enfrascados ya alrededor de la mesa. Se disculpó brevemente y se sentó entre Rossi y J.J. Le dirigió una mirada fugaz a Emily que le devolvió una sonrisa comprensiva y rápidamente abrió la carpeta que tenía delante. En realidad, no se había perdido mucho teniendo en cuenta lo tarde que se había levantado. Había regresado de madrugada a su apartamento, sin haber podido apartar de su cabeza el enigma en que se había convertido aquella casa. Había barajado la opción de pedirle ayuda a García. Estaba seguro de que tardaría minutos en averiguar la identidad de los antiguos propietarios, pero de algún modo sentía que con ello perdería toda la magia que rodeaba el misterio.

Unos veinte minutos después, Hotch dio por concluida la sesión. Por fortuna en esta ocasión no se había extendido demasiado, y además no había ningún caso a la vista, lo que le daba algo de margen para comenzar con las obras. El estómago le dio un vuelco cuando pensó en ello. De algún modo, después de su experiencia en el desván, se había sentido tentado a no deshacerse de la casa. Era la primera vez que le ocurría algo así y no podía entender cómo le había afectado tanto leer los diarios de aquella niña fantasma.

-Oye, ¿Estás bien?

Morgan alzó la vista en dirección a la voz. Todos se habían marchado ya, y sólo quedaba él, aún sentado en la silla, y Emily, que lo miraba con cierta inquietud desde la puerta.

Se apresuró a incorporarse y se acercó a ella.

- Lo siento... Creo que realmente necesito un descanso...- Se disculpó cuando la tuvo frente a él.

Emily deslizó su mano sobre su hombro, en un gesto de comprensión.

- ¿Qué te ocurre?- Insistió ella. Lo conocía lo suficiente como para ser capaz de ver más allá de sus palabras- Sabes que puedes contármelo.

Morgan sonrió para sí mismo. Normalmente era él el que le recordaba que podía confiar en él. No dejaba de resultar irónico que ahora fuera ella quien pareciera genuinamente preocupada.

- No es nada... Sólo ese asunto de la casa que estoy restaurando... He estado pensando en quedarme con ella...- Confesó finalmente. Amplió su sonrisa cuando Emily dilató sus pupilas conteniendo la respiración. Estaba claro que no lo creía capaz de comprometerse ni siquiera con una casa.

- Oh...- Balbuceó ella en un vano intento de parecer natural- Debe ser un lugar increíble...

Derek se echó a reír. Su torpe modo de tratar de parecer comprensiva, no le estaba funcionando bien.

- Sí... Lo es...- Le aseguró él recuperando el habitual tono distendido de sus conversaciones- Tiene mucho carácter debajo de todo aquel polvo...Las habitaciones son amplias, las maderas son de calidad y tiene un gran jardín...- Continuó, divagando sobre los aspectos menos comprometidos de sus pesquisas- Tendré que deshacerme de algunas cosas, pero la mayoría de los muebles que quedan los podré restaurar... Tengo dudas con un piano... No sé si será recuperable.... En realidad no tengo ni idea de música, así que tendré que llamar a alguien que sepa del tema...

Emily lo escuchó atentamente, mientras en su mente imaginaba aquel lugar a través de los detalles que describía. Se detuvo en cuanto Morgan comenzó a hablar del piano.

- Tal vez pueda ayudarte con eso...- Se ofreció.

Derek estrechó sus ojos sobre ella.

- ¿Sabes afinar pianos?- Preguntó con diversión.

Ella hizo un gesto de negación y se encogió de hombros.

- No... Pero sé lo suficiente como para decirte si vale la pena afinarlo... - Respondió un poco ofendida por sus dudas. Lo vio cavilar como si no terminara de creérselo- ¿Olvidas de quien soy hija? Mi madre consideraba que "toda señorita debe aprender a tocar el piano...."- Añadió en una imitación perfecta de la embajadora.

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