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Isabella:-Señorita Olivares, venga un momento- me indicó por el teléfono de la oficina. Sinceramente lo único que nos dividía era una puerta, estábamos tan cercanas que si se le llegase a caer una aguja yo lo escucho completamente en mí oficina. Me acerque a ella como me lo indicó y ya mí nerviosismo era notable porque apenas me vio y soltó una risilla cosa que me hizo sonrojar.

Isabella:-¿Trajo usted su almuerzo?-diosss diosss esa miradaaa aaahhh.

-No señorita pero no se preocupe yo bajo a la cafetería y como algo.-respondí segura.

Isabella:-Recoja sus cosas y venga conmigo- dijo sin mirarme y yo quedé un tanto confusa. ¿Haremos algo de trabajo? O...

Isabella:-Señorita que recoja sus cosas y venga conmigo-dijo interrumpiendo mis pensamientos.

-Vo..y señorita- ¡Rayos! Esta mujer si que tiene carácter, ven y pegame.
Sonreí para mis adentros y me auto regañe por esos pensamientos tan inusuales con una jefa.

Recogí mis cosas y la seguí, pude verla por detrás y si que tiene unas buenas curvas; no sé por cuánto tiempo quedé hipnotizada viendo sus preciosas nalgas hasta que me di cuenta que me estaba observando con una mirada muy pícara y una sonrisa bastante notable.

Isabella:- ¿Qué es lo que la distrae tanto señorita Olivares?- ¡Mierda!  ¡Mierda!  ¡Mierda! Me viooo aahh, nooo puede ser.
entré en un ataque de tos y gracias al cielo pude evadir tal pregunta, me dijo que subiera a su auto e inmediatamente me impregne con su olor, dioss es tan jodidamente adictivo que si existieran los orgasmos olfativos ya habría tenido unos cuantos.

Arrancó el auto y durante el camino hubo un silencio bastante incomodo y a veces nos dábamos miradas fugaces.

_¡Wow! Esta mujer se ve increíblemente sexy hasta conduciendo._ pensé

Aparcó el carro y bajamos en un restaurante que jamás había visto, bueno, sólo tengo tres meses aquí así que tampoco es que conozco muchos lugares.

Entramos al restaurante y pidió para las dos, (sin pedir mi opinión) al principio me negué pero ésta mujer no acepta un NO como repuesta.

Isabella:- ¿Cómo se ha sentido en la oficina, señorita?- Me preguntó

Lucia:- Ahmm.., bien, muy bien señorita- otra vez yo y mi nerviosismo- gracias por invitarme el almuerzo, no era necesario.- su mirada penetrante me hipnotizaba, algo tiene que hace que me pierda, algo me dice. Me llama incesantemente y yo no lo puedo obviar.

Isabella"- ¿Qué tanto me ve señorita Olivares?- me lo dice con picardia en su tono al hablar y yo inmediatamente me pongo como un tomate; no sé qué responder. Tragame tierra aaahhh!


Y de repente se empezó a reír de mí, a carcajadas, por como me puse por su comentario y fue lo más hermoso que pude ver y escuchar en estos últimos días. Si hubiese sabido que su risa era tan espléndida seria capaz de hacer torpezas cada vez que sea necesario solo para escucharla.

Reí con ella, y nuestras miradas se encontraron, se buscaron, se llamaron.
Luego de unos segundos así llegó el chico con nuestros platos y ella cambió, era seria nuevamente y solo se dispuso a comer, y yo me quedé con las ganas de decirle lo hermosa que es al sonreír.

Volvimos a la oficina y poco poco me iba adaptando a mis deberes.

Así pasaron los días, en la que mi trabajo se me hacia cada vez más fácil con la práctica y algunas que otras explicaciones y recomendaciones que me daba mí querida jefa. Es una mujer muy inteligente y a pesar de que a veces tiene sus momentos de arrogancia (cosa que la hace insoportable e irremediablemente sexy) pude notar que es una persona realmente noble, su mirada me lo dice.  Esa mirada que me domina cada día, cada instante, y que me hace parecer una idiota cuando se topa con la mía.

Mi Querida JefaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora