9. La Reina en la Banana

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El Banana Royal Club estaba a reventar, pero no como una banana madura a punto de oxidarse, sino como una apetitosa y bien elaborada banana split, con la crema repartida en posiciones estratégicas para hacer babear a cualquiera y exquisitas cereza...

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El Banana Royal Club estaba a reventar, pero no como una banana madura a punto de oxidarse, sino como una apetitosa y bien elaborada banana split, con la crema repartida en posiciones estratégicas para hacer babear a cualquiera y exquisitas cerezas que llamaban la atención. Dos días antes, el alcalde de Pizzalia había anunciado la gala benéfica a la que fueron invitadas las figuras más prestigiosas en la ciudad, con el objetivo de contribuir de alguna forma a las decenas de familias que durante los últimos meses habían sido extorsionadas con millonarias sumas de dinero.

Chencha Lapuerta, por supuesto, como la influenciadora que era, había recibido la suya, aunque no en las mejores condiciones, los efectos del alcohol ese día provocaron que no le prestara la mínima atención a la tarjeta. Pero en cuanto la voz distorsionada en su teléfono lo mencionó, su mente fue iluminada con el recuerdo.

Ruby se detuvo justo en la entrada del centro de convenciones. Un hombre del servicio de aparcacoches le abrió la puerta a Chencha y, extendiéndole la mano, la ayudó a bajar con delicadeza.

—Cuida bien a Ruby, amigo. No sabes lo mucho que adoro a esa mujer. —Ben le entregó las llaves y luego extendió su brazo en gancho hacia la sexy nona de vestido rojo—. Señorita, ¿me permite?

—El placer es mío al contar con su compañía en esta velada, mister Ben.

La pareja caminó hasta la entrada, cesaron el paso cuando dos imponentes colosos les bloquearon la entrada.

—Nombre.

—Chencha Lapuerta y acompañante —explicó, glamurosa.

—Está en la lista, puede seguir. —Sin dejar a un lado su ceño fruncido, removió la cadena para darle acceso.

—Por supuesto que estoy en la lista, querido. —Guiñó—. No olvides este rostro, porque pronto lo verás en todas partes.

—Estamos en posición —anunció Ben.

No te diviertas demasiado con mi hombre, Chencha —habló Margó, ganándose una risita de ambos. Carmen las había enlazado con micrófonos ocultos en los oídos—. Solo tienen permiso hasta las diez.

—Margó, querida, imaginé todo de ti menos que fueras una tóxica —replicó, divertida.

—Prometo estar en casa antes de las diez, cariño —dijo él—. Tú sabes que Chencha y yo siempre hemos sido buenos amigos.

Ay, por favor, ¿podrían dejar ese maldito jueguito de una vez? —replicó Carmen—. Estoy tratando de conducir sin estrellarnos.

Chencha y Ben rieron por lo bajo.

—¿Estatus? —inquirió la nona.

Llegando a Basura Vill —informó Rita—. Tendremos cubierto el sitio para cuando regresen.

Nona al rescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora