❝ Sola ❞

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Girl.

No supe cuando me quedé dormida. Sólo subí a tientas a mi habitación, y me acosté sobre las sábanas, llorando sin parar, como la lluvia allá fuera. Hasta que mis párpados dolieron y mi  respiración se volvió difícil. Los truenos habían roto algunas ramas allá fuera, y juraba haber escuchado algunas puerta abriéndose. Quizá había sido mi padre pero no. Todo estaba en penumbras. Quizá el viento.

En la mañana mi cabeza dolía, mi rostro estaba pegajoso pero sólo deseaba una pastilla para el dolor.

Lavé mi rostro y cepillé mis dientes. ¿Qué haría ahora?. Quería hablar con Robert pero seguramente seguía molesto. Ni siquiera recordaba cómo inició la discusión, los dos alzamos la voz de momento y me dejó herida aquel adiós tan seco.

Bajé las escaleras con los pies descalzos, arrepintiendome casi de inmediato pues estaba helando.

¿Steven me había mentido?. Como fuese. Le mentí a Robert. No conocía más a ese chico. Hacia años que dejamos de hablar. Ya no era mi mejor amigo, ni estábamos en una relación cercana. ¿Por qué me había dicho esas cosas?

Los pasos en el porche me hicieron alzar el rostro.

Me quedé en el pie de la escalera, esperanzada.

Alguien se movía en el porche.

“¿Robert?” dije con un hilo de voz.

La puerta se abrió haciéndome saltar en mi lugar. Mi padre se percató de mi existencia, respingando igual que yo.

“Zoe, estás despierta”

Pero yo sólo pude guardar silencio. Estaba enojada, me había abandonado, igual que siempre en otra tormenta. Pero ésta había sido la peor. Sólo deseaba que abriera los brazos y me permitiera abrazarlo. Pero estábamos muy lejos de llegar a eso. Permanecí quieta, como un conejo asustadizo sorprendido por las luces de un auto.

“Tuvimos que dormir en la granja, la tormenta estuve muy fuerte” metió las manos a los bolsillos de su pantalón. Llevaba al menos tres noches sin verlo, estaba memorizando su rostro antes de que desapareciera de nuevo. “¿Estás bien?”

Hice lo posible por evitar el temblor en mi labio.

No estaba bien. Jamás lo había estado pero ésta vez sentía peor.

“Te cortaste la barba” señalé su rostro evitando la pregunta, él me miró confundido “La barba”

“Si” seguía confundido, igual que yo, quieto en su lugar.

¿Donde pasó la noche?

“Te veías mejor con ella” seguí mi camino a la cocina, intentando ignorarle, recordando como lucía mi rostro aunque dudase que le importara

Frunci el ceño al ver que ya tenía listo el agua caliente para su té matutino. Pero no quería oler la manzanilla. Así que escondí el empaque al fondo de la despensa, poniendo en su lugar uno de moras.

Encontré una pastilla y me preparé un café. Mi padre apareció en escena de nuevo, en la sala, justo al frente de mí, andando como si no pudiera decir algo, apenado, lento, parecía torpe.

“Tienes los ojos rojos” dijo.

Vaya, una charla matutina. Estaba dirigiéndome más palabras de lo normal.

“Me desvelé” fue mi excusa. Me senté en la mesa moviendo en círculos la cuchara de azúcar dentro del café.

¿Como podía hablarle a Robert?, ir a su casa serían vergonzoso. Y podría no recibirme. Leonore estaba allí, y su esposo, no me gustaría que lo comentaran. Robert no salía mucho ¿o sí?. Por ahora mi única opción era ir a la biblioteca.

Just Like Heaven | PAUSADAWhere stories live. Discover now