Capítulo 4. Pongámonos al día

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- No puedes sólo pasar un minuto conmigo sin querer cogerme? -- se levanta tomando su bolso

- Si hubiera querido cogerte -- va tras ella -- Ya estaría hecho!

- Uy si! Cómo tú todo lo puedes -- ironiza -- Está es la razón por la que no hablamos mucho -- camina de regresó al coche

- No! -- la toma del brazo deteniendola -- La razón es porqué aún no me perdonas

- Crees que es así y ya? -- lo ve

- Claro que no! Entiendo que la cagué y mucho, pero tú tampoco pusiste de tu parte -- la suelta

- Que bueno que lo entiendas -- rueda los ojos -- Lo único que nos une ahora es nuestra hija, nada más Luis

- Segura? -- la acorrala contra un árbol -- Entonces si te beso ahora, no me vas a corresponder.

- Ni te atrevas! -- se remueve


Separa sus piernas colocando la suya en medio, ejerciendo presión con la rodilla, logrando que ella se quedará totalmente quieta, su respiración levemente comenzó a agitarse, no era por miedo, en sus ojos se notaba perfectamente lo que quería.

Con una lentitud tortuante presiona su cuerpo contra el suyo, sintiendo en carne viva como el pecho de la mujer que tenía enfrente, se elevaba con brusquedad, notó también como abría la boca levemente y que sus ojos se habían posado sobre sus propios labios.

Decidido a cumplirle el deseo que su cuerpo expresaba a gritos, posa sus labios sobre los de ella, tomandola del mentón así controlar la intensidad, en aquel beso pudo sentir de todo, deseó, despecho y amor, esto último le sorprendió un poco, a su parecer Altagracia lo odiaba aunque aún existiera esa tensión sexual entre ambos.

Al sentirla tan entregada no lo pensó dos veces, estar de falda hizo sencillo quitarle la ropa interior, dejándola ya tan expuesta, pasa la mano entre sus piernas haciendo que se estremeciera al llegar a su punto débil, dónde hábilmente sus dedos comenzaron a trabajar.

Sintió esos delicados labios recorrer su quijada escuchando enseguida pequeños susurros que ahora eran lo mejor del mundo, Altagracia comenzó a removerse tratando de prolongar ese momento tan placentero, pero los espasmos llegaban como flechas.

Gemidos escapaban y sin darse cuenta, apretaba la camisa con algo de fuerza, Luis se abre la bragueta al ya no soportar su erección, con cuidado la toma de las piernas levantandola, menos mal el árbol estaba detrás sirviendoles de apoyó, rozando su miembro en ella consigue sentir lo mojada que estaba.

Mientras las bocas quitaban las ganas que sentían que los quemaban por dentro, entra en ella sintiendo la presión en sus caderas que las piernas de Altagracia ejercían, ella tenía el control ahora, sentir que alguien podía verlos generaba adrenalina, pero al parecer a esa hora la laguna estaba vacía, minutos después ambos estaban explotando durante el clímax.

Besos leves en en cuello nacen, cómo pequeñas caricias, sin darse cuenta Altagracia traía una sonrisa boba en el rostro, quitando la mano de encima del hombro de Luis, la lleva hasta su negro cabello, apartandoselo del rostro, pasa el pulgar sobre sus pómulos contorneandolos con delicadeza, hasta que se da cuenta de lo que hacía.


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