𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓺𝓾𝓲𝓷𝓬𝓮

3K 282 85
                                    

Alice Murphy

Mi corazón palpitaba descontrolado cada vez que lo tenía cerca. Nuestro fuego era tan inmenso que podríamos quemar absolutamente todo a nuestro alrededor y eso me consumía por dentro. 

En medio de ese torbellino, una pregunta se abrió paso en mi mente como un rayo. ¿Sería capaz de quemarme en el infierno por él?

Su dominante boca me tenía cautiva en sensaciones inimaginables. El deseo eran tan grande que estaba segura de que podía palparse en el aire. Su mano sujetaba mi cabeza con fuerza mientras me devoraba la boca con ímpetu.

Dios mío... por favor perdona nuestros pecados.

Mi cuerpo completo reaccionaba a ese toque incestuoso. Mi centro ardía y se consumía en la posibilidad de ir mas allá y sabía que él también sentía lo mismo. ¿Sería capaz de entregarme a Stephan?

El hechizo se rompió inmediatamente después de escuchar el sonido de la puerta que retumbó entre nuestro apasionado beso.

Stephan se sentó como si nada hubiera pasado, mientras yo seguía totalmente agitada y desbordada.

—Adelante —Dijo con voz segura mirándome fijamente, mientras pasaba su dedo pulgar por la comisura de sus labios limpiando el rastro de nuestro pecaminoso beso y mirandome con una malicia que encendía todo de mí.

Cuando la puerta se abrió de aquella forma, mi corazón casi dejó de latir.

Joaquín estaba frente a mi cama, con su impecable traje color negro y con el ceño arrugado.

Frente a mí, Joaquín se erguía imponente en su traje negro y con el ceño arrugado, reflejando una mezcla de autoridad y ansiedad reprimida.

—Buenas noches — Dijo con una formalidad forzada que a penas disimulaba su irritación — lamento interrumpir de esta forma, pero no podía esperar a ver cómo estaba mi prometida.

Apenas Stephan escuchó su voz, se levantó rápidamente.

—Supongo que se te han olvidado los modales que tanto nos enseñaron cuando niños ¿no? —respondió Stephan con una voz contenida.  —¿Acaso no te dijeron que visitar a una dama a esta hora no es apropiado?

—Stephan por favor, no seas hipócrita —Se burló Joaquín — Sabes muy bien que debieron llamarme en cuanto supieron que Alice se había perdido en ese bosque. Su prometido soy yo, No tú.

Oh, por Dios.

En un instante que pareció congelarse en el tiempo, Stephan cruzó la habitación en un movimiento brutal. Agarró a Joaquín por la chaqueta, empujándolo con violencia contra el tocador cercano, su rostro contorsionado por una ira primitiva me dejaba boquiabierta. Nunca lo había visto así de enojado. 

—¿Qué dijiste imbécil? —Gruñó salvajemente.

—¡Stephan! ¡¿Qué estás haciendo?! —Chillé levantándome como pude de la cama —¡SUÉLTALO AHORA! —exigí, con la urgencia de detener la violencia que amenazaba con desbordarse.

Su mirada fruncida se dirigió hacia mi bruscamente, mientras todavía tenía prisionero a Joaquín. Sus preciosos ojos estaban llenos de ira. Su mandíbula se hacía mucho más prominente por la presión que estaban haciendo sus dientes.

—Dije que lo sueltes —Susurré antes de arrepentirme de haber hablado.

No sabía de donde había sacado la valentía de levantar la voz, pero cuando Stephan hizo caso a mis palabras, realmente se sintió muy bien. Sin embargo, sentía que este arrebato me traería más de un solo problema.

Mi Bendito PecadoWhere stories live. Discover now