Capítulo 56

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Dmitry.

Llevo más de veinte años matando personas, ajustes de cuentas. La conciencia no me pesa, si bien lo que yo hago es nada más que para sobrevivir, aquí no vive el más bondadoso, aquí vive quien se hace respetar, quien se gana las cosas a pulsos, no puedes vivir si eres soso y tratas de hacer el bien cuando te tiran a mal.

Es mi justificación, para los que están ahí fuera sin tener algo arrastrando tras de ti, que no saben lo que es dormir con un arma bajo tu almohada lista para disparar, que cierras un ojo y el otro debe estar abierto, preparar tus defensas para escuchar el mínimo ruido, para el que no lo sabe, soy simplemente un maldito asesino. No voy a insultar a mi madre repitiendo lo que ellos dirían.

Aún así, yo no merezco esto.

Trato, de verdad trato de pensar que es una broma de mal gusto, que de forma cruel no se repite lo de mi mamá, que no tengo tres niñas con mis rasgos rotas frente a mí, una pequeña que quizás no alcanza los trece años, que nunca jugó lo más probable tampoco conoció lo que es una muñeca. La del medio con un aura apagado, debería estar soñando para tener una fiesta de quince años sino los ha cumplido ya, y la mayor, ella está tan rota como yo.

Amanda parece haber vivido ya todo, una chica hermosa, destruida, que le costará rehacer su vida.

Se repite, la vida me odia, desde que nací he estado maldito.

Todo iba equilibrado, primero soy un traumado a consecuencia de las violaciones que sufrí, ver a mi madre pasar por lo mismo, verla morir y no hacer nada como un cobarde, huir desangrado para buscar ayuda, luego ir a parar en un internado donde tenían tratos con pedófilos de la mafia, quedé con Sergei en manos de dos que creímos eran diferentes, tontos niños, años más tarde intentarían las bajezas más grande de nuevo, fui el sicario de uno de mis violadores, el bastardo que me engendró siguió jodiendo mi vida hasta matar a una pobre chica con la que intente algo, encuentro a una mujer que me complementa rota como una muñeca de porcelana, arrastrando los mismos antecedentes que yo, adopto un niño inocente condenándolo a una vida que no debería tener, pero es mi hijo y no lo dejaré a su suerte, ahora hay un bebé un camino que complica tantas cosas más estando en tiempos de guerra, el abuelo vivo de Brianna, me golpearon a Sergei, recibí tres balazos, pero de algo si estoy seguro, yo no estaba preparado para esto.

¿Qué más me tiene la desgraciada vida pata la mía miserable?

No sé cuánto tiempo ha pasado en el que silencio prevalece, las respiraciones se ralentizan, mi pulso se acelera y las heridas no duelen, porque duele más lo que llevo por dentro y lo que tengo atacado que no sale.

Yo soy un tipo fuerte, solo hay cosas que hasta un hierro no puede soportar.

— ¿Cuantos años tienen? —es lo único que se me ocurre decir.

Se relajan.

Lo más probable esperó que les gritara y las tachara de mentirosas.

¿Qué ganan con hacer eso? Nada.

El miedo no se finge, el pasado tampoco y la desesperanza no se oculta, así como los daños.

—Según Amanda, tengo once años —la más pequeña que identifico como Larabelle frunce el entrecejo levantado su pequeña mano para contar —. Sí, tengo once.

El gesto de fruncir el seno lo hago muy a menudo cuando pienso.

—Casi cumpliré diez y seis —responde Leila. Es una chica muy seria.

—Y yo diez y ocho —contesta Amanda acomodando el largo cabello castaño de Larabelle.

Es justo como lo imaginé.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Where stories live. Discover now