VII

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La sirena de la prisión sonó, indicando que el día en Cruz del Sur comenzaba

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La sirena de la prisión sonó, indicando que el día en Cruz del Sur comenzaba.

Pero el día no comenzó como lo hacía habitualmente, sacar las sábanas, ir al baño, y seguido desayunar, luego vendría el almuerzo; lo peor de la cocina.

Nada de eso habría ocurrido, lo que pasó fue lo siguiente;

Un grito.

Alboroto.

Aparecen los funcionarios.

Sacan a todas las presas.

Las interrogan.

Y como Roma intuyó:

El circo era por la muerte de una reclusa.

—¿Ese fue tu negocio? —susurró Zulema en el oído de Roma.

—Me lastimas, ¿Cómo puedes creer que he sido yo? Estaba aquí, estábamos las dos de hecho, con un cigarro y hablando como todas las noches —fingió una mirada triste y luego soltó una ligera risa junto a la mora—. ¿Qué te pareció? Anabel tiene motivos de sobra para acusarme. Mí cuarteada vas a ser tú, amore. —aseguró con la mirada en los ojos de Zulema.

—¿Y yo qué gano a cambio? —preguntó con un tono sensual.

A la morena le fue inevitable no sonreír ante aquella pregunta.

El tono agradable y provocativo de aquella la sorprendió un poco.

—Sabes que me tienes en tus manos, morita.

—¿Ah, sí?

Su voz ronca por la mañana hizo estremecer a Roma.

Zulema recorrió suavemente el brazo de Azul, siguió su mano por el cuello, y así subir a rostro. Acariciando principalmente sus labios, unos labios ligeramente gruesos con un llamativo color coral intenso.

Roma mantuvo sus ojos cerrados ante el tacto de su mora.

La mora llena de satisfacción al ver a la morena en ese estado, disfrutando, sonrió. Y tras aquello separó su mano del rostro de Roma, rompiendo completamente el tacto anhelante que la morena pedía.

Roma abrió sus ojos encontrándose con los verdosos oscuros de la mora, negó ofuscada, se acercó lentamente a Zulema y aquella quedó acorralada en una pared.

AMORE | Zulema Zahir |Where stories live. Discover now