El Show debe continuar

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Una vez de regreso en el motel, Dean le entregó a Castiel el vestido para que lo examinara. Ricardo no se había despegado de su lado en todo el trayecto y se rehusaba a regresar a su cuarto por el momento, por lo que Cas no tuvo más remedio que hacer lo que Dean le pedía, revelando así su verdadera naturaleza.

Sostuvo el traje blanco de cowgirl y lo observó exhaustivamente; justo en el momento en que Ric iba a preguntar qué estaba haciendo, los ojos de Castiel comenzaron a brillar.

—¡¿Pero qué demonios?! —gritó con el miedo volviendo a trepar por su espina dorsal y Dean posó una mano en su hombro para tranquilizarlo.

—Más bien, todo lo contrario, Ric —dijo el cazador con tranquilidad—. Cas es un ángel.

—¿¡PER-DÓN!? —Al oír su incredulidad, Castiel desvió la mirada hacia él y sonrió con suavidad, sus iris aún encendidos con una luz blanca azulada. Verlo a los ojos provocaba algo de dolor, era como mirar directo al sol, y Ricardo comprendió que estaban hablando en serio; que ese tipo con el que compartía camerino y a quien prácticamente no le había prestado la más mínima atención, era un Ángel del Señor. Ricardo se persignó tres veces a toda velocidad y dio un paso atrás para volver a refugiarse detrás de Dean.

—¿Y? ¿Cuál es el veredicto? ¿Está ligado al fantasma? —preguntó Dean con la vaga esperanza de que no lo estuviera. Ese vestido iba perfecto con el sombrero que había apartado para él.

—No —dijo Castiel con firmeza—. Tiene algo de energía residual, debido a los años de uso en el teatro, pero nada especial. Puedo limpiarlo fácilmente.

—Ya que estás en eso... ¿Crees que podrías quitarle también las manchas? —preguntó Dean dándole una mirada acusatoria a Ricardo por haber pisoteado y escupido su vestido.

—Por supuesto, Dean —dijo Cas con solemnidad y sus ojos brillaron con más intensidad. El vestido se iluminó por unos instantes y las lentejuelas en la tela destellaron como pequeños focos que se prendían y apagaban. Ricardo no le quitaba la vista de encima, aún alucinado con la idea de estar ante un auténtico ángel. Cuando los iris de Cas volvieron a la normalidad, le entregó el vestido a Dean—. Aquí tienes.

El cazador lo sostuvo en el aire para observarlo, se veía incluso mejor que antes y no pudo contener el impulso de olerlo. Ya no olía a humedad y a polvo como cuando lo encontraron; ahora emanaba un perfume floral, como a rosas o jazmín, Dean no sabría decir con precisión a qué flor.

—¿De verdad, Dean? —dijo Sam con sarcasmo viendo cómo su hermano se aferraba a aquel horrendo disfraz. Dean se sonrojó, sintiéndose expuesto y juzgado; murmuró una disculpa y lanzó el traje sobre su cama simulando desinterés—. De acuerdo, estamos como al comienzo. No tenemos nada. ¿Ideas?

Dean y Ricardo se sentaron en la cama de Sam, paralela a la de Dean. Con cuidado de no sentarse sobre el vestido, Cas tomó asiento en la otra cama, quedando enfrentado a ellos.

—Deberíamos hablar con Ronald; él y Patrick eran pareja, y tal vez pueda aportar algún dato útil —dijo Castiel. El cazador asintió en silencio, pensando que no estaba de más intentarlo.

—Oh, no creo que eso sea posible —aseguró Ricardo—. Rona está ocupadísima con el show del domingo, no tiene tiempo para nada que no sea relacionado con eso. Ni siquiera querrá oírlos. Y Trixie me dijo que no menciona a Patsy, no quiere hablar del tema. Creo que si van por ese camino solo conseguirán que los corra del concurso.

Castiel suspiró con cansancio, clavó los codos en sus muslos y enterró el rostro en sus manos; se frotó los ojos por un momento y sostuvo su mentón en esa posición, mirando a Dean a los ojos. Dean había seguido cada uno de sus movimientos, prediciendo mentalmente cuál sería el siguiente. Cuando se encontró con la mirada de su amigo tragó con dificultad.

Señorita Pink RoseWhere stories live. Discover now