XXII. "Así es cómo se siente."

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Calor, sudor, pasión y aroma a sexo había en el despacho del diablo, en el subsuelo del enorme e interminable infierno.

Si, Zayn lo había estado deseando hace rato: tener a su niño desnudo sobre sí, saltando sobre su erección, besándole todo el cuerpo y que sus gemidos hicieran eco en su despacho. Todo eso estando sentado sobre su trono, sintiéndose un verdadero rey.

Le acarició los glúteos mientras lo hacía detener los saltos al estar muy cerca. Quería disfrutar más de aquellas sensaciones, de tener el pequeño cuerpo, desnudo y sudoroso sobre el propio, el cual estaba cubierto con su ropa, pero con sus pantalones bajos, por supuesto.

Tomó los cabellos en un puño, tirando hacia atrás para alzarle el rostro y atacar directo a aquellos labios rojizos y levemente hinchados. Liam gimió, respondiendo como podía. Se sentía sin aire, con mucho calor y placer. Las manos del diablo estaban por todas partes, sus besos lo hacían estar más cerca del límite y las palabras sucias que le susurraba al oído lo hacían sentir un niño muy, muy malo.

Lo amaba tanto.

Zayn ordenó entre un beso los movimientos de Liam y este nuevamente reinició los movimientos de sus caderas, los saltitos sobre la erección de su príncipe, su esposo, su rey. Su todo.

El joven rodeó el cuello del diablo con sus brazos, aferrándose y mordiendo su labio inferior, con sus ojitos cerrados y ceño levemente fruncido. El diablo llevó sus manos a la cintura de Liam, presionándola para ayudarlo a subir y bajar más deprisa. En aquella sala reinaron nuevamente los gemidos, los jadeos y chasquidos de los besos. Todo era simplemente demasiado y ninguno pudo soportarlo por mucho tiempo. Llegaron al clímax casi al mismo tiempo, con sus cuerpos temblando ante las descargas de placer mezclado con alivio. Liam manchó la vestimenta del ente con su esencia y lo notó casi de inmediato.

Se quedó abrazado al cuerpo de su esposo, el cual le besaba húmedamente el cuello. —Lo siento... —Se disculpó entre respiraciones agitadas.

Zayn le mordió juguetonamente el cuello en aquella área donde el niño tenía cosquillas, haciéndolo reír adorablemente y retorcerse un poco en sus brazos, los cuales se estrecharon de manera más firme.

—Deberías de tener una cama aquí...

—Deberíamos. —Corrige el diablo. —Esto es tuyo, también. —Un cosquilleo se hizo presente en la pancita de Liam a la vez que recibía un beso en su oreja. —Aunque me gusta hacerte mío en mi trono. —Dice bajo y le aprieta las nalgas, provocando que gimiera apenitas audible.

El diablo se aparta tan solo para alzarle el mentón y besarlo en los labios. Las lenguas de ambos se encuentran de inmediato, frotándose entre sí, formando húmedos sonidos y más calor en el pecho de ambos. Zayn se aparta con una suave mordida en el labio inferior del niño, y entonces abre los ojos para verlo.

Cabellos despeinados, mejillas sonrojadas, labios rojos y ojos brillosos, dilatados. La mirada del niño pasa de estar embobado a estar entre confundido y avergonzado.

—¿Qué sucede? —Pregunta ladeando levemente su cabeza, con su ceño frunciéndose apenitas.

—Te ves condenadamente bien. —Halaga el diablo, provocando que su niño se sonroje y no evite reír silenciosamente en una exhalación, bajando la mirada y negando lentamente. Las cejas del rey se alzan por unos segundos. —Oh, vamos. Dime que el niño favorito no sabe que es precioso.

Una vez más, el pequeño niega, sin alzar la mirada. —No...

—¿Me estás contradiciendo? —La boca de Zayn vuelve a acercarse a la oreja del pequeño. —Porque, verás, yo soy mentiroso... pero no necesito serlo con mi esposo. —Lamió el lóbulo de su oreja antes de sostenerlo mejor contra su pecho y observarlo. —Deberíamos de volver. En tu casa no tardan en despertar y sería extraño si te ven en la escalera con los ojos vendados por uno de tus calcetines.

Dancing with the devilWhere stories live. Discover now