48

115 14 1
                                    

Elizabeth Thompson. 22 de agosto del 2017, el Olimpo.

Se le había olvidado por completo qué día era, al menos así había sido hasta que su padre, Zeus, la había felicitado antes de salir del salón.

—Y… Elizabeth —la llamó, un tanto indeciso. La albina volteó a verlo—. Feliz cumpleaños.

—Gracias —una ligera sonrisa apareció en sus labios.

Era muy confuso, hacía dos horas era una chica sin padres y ahora acababa de encontrar a su padre, el hombre que supuestamente había abandonado a su madre.

Había actuado por puro impulso, Zeus no había hablado mucho en la hora que estuvo con él, y se había mostrado bastante reservado. Sin embargo, no había borrado la pequeña sonrisa de su rostro.

—¿Porqué no me dijiste que ya había terminado tu reunión con Zeus? —preguntó Arsen entrando a la habitación luego de tocar.

—Porque no sabía dónde estabas —respondió la albina sentándose en su cama.

—Touché —se sentó en la silla de siempre con una sonrisa—. ¿Cómo te fue?.

Elizabeth suspiró, se recostó nuevamente y miró al techo, recordando una vez más la extraña e incómoda situación en la que se había encontrado.

—¿Tan mal estuvo? —resopló Arsen.

Lo miró de reojo, observó sus ojos verdes, su sonrisa cálida y burlona, y su desordenado cabello negro, cómo si no hubiera dejado de pasar sus manos por él en un acto de desesperación.

—¿Tú cómo estás? —desvió el tema—. Parece que ocurrió algo en lo que te fuiste.

—¿Porqué lo dices? —cuestionó—, no es bueno cambiar el tema.

—¿Es el día de responder preguntas con otras preguntas?.

—Tú empezaste —se burló—. Hagamos algo, tú me respondes a mí, y yo te respondo a ti, ¿bien?.

Elizabeth lo pensó unos segundos, ¿no sería una mala idea decirle todo a Arsen?, es decir, confiaba en él, quizás más de lo que confiaba en Evan, pero no sabía si podía o no decirlo.

—Resulta que Zeus es mi padre —soltó, Arsen no pudo hacer más que abrir los ojos de sobremanera—, me llamó para decirme que estoy dentro oficialmente y de paso que tengo su sangre en las venas.

—¿Q-que?. Pero… —negó con la cabeza saliendo de su asombro e intentó adoptar una postura más relajada—. ¿Y cómo te lo dijo, sólo dijo “yo soy tu padre”?.

La albina soltó una risa entre dientes, agradeciendo que no armara un escándalo.

—Básicamente.

—Dioses, eso es… repentino —confesó.

—Bueno, te toca. ¿Qué te pasó a ti?, tu cabello diría que te arrastró un tornado.

—Oh —Arsen se acomodó el cabello con las manos lo más que pudo—. Pues… al parecer, mi amiga de la infancia, exnovia y actual mejor amiga, me confesó que aún siente algo por mi…

Bendecida Por Los Dioses (Libro 1) Where stories live. Discover now