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La mujer siguió a los gemelos que estaban seis pasos más adelante que ella, desde hace años había aprendido que no debía negarle nada a sus hermanos menores pero en ese momento estaba dispuesta a parar toda esa locura que planeaban hacer. El pánico recorría su cuerpo causandole un escalofrío, trató de asociarlo con el frío que había en Sokovia, pero también al miedo que sentía por la situación.
Trató de tomar la mano de Wanda, de decirle que todo estaría bien y que prefería tomar el primer tren que los llevara a Rusia o al país más cercano, trato de acariciar la espalda de Pietro y decirle que tenían que proteger a Wanda de todo mal, que ellos eran su familia y todo estaría bien. Pero no hizo nada, se quedó en silencio apretando las manos contra el bolsillo de su chaqueta pensando en todo que lo sucedería.
—Sólo unos kilómetros más —dijo Wanda volteandose. Pietro sonrío con entusiasmo.
Dakota trató de decir algo, pero sólo sonrió tratando de tranquilizar a sus hermanos. Los miró caminar y sintió el dolor de verlos crecer tan rápido, no los había disfrutado lo suficiente y de culpaba por ello.
Tres horas después ya se encontraban donde Wanda los había guiado, miró el gran edificio de concreto y se negó a entrar. Pietro tomó su mano tratando de tranquilizarla, Dakota negó tratando de quitar el agarre que su hermano tenía sobre ella.
—Tranquila. Todo estará bien.
Todo estará bien...
No, nunca lo estuvo.
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