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                                       LAS GRANDES BOCINAS fueron las primeras en avisar que algo estaba sucediendo en la base, los pasos apresurados de los científicos con carpetas listas para ser destruidas en sus manos mientras gritaban a los m...

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                                       LAS GRANDES BOCINAS fueron las primeras en avisar que algo estaba sucediendo en la base, los pasos apresurados de los científicos con carpetas listas para ser destruidas en sus manos mientras gritaban a los más nerviosos que hacer. fue lo que despertó a todos los demás. Dakota se levantó algo asustada, apoyó sus manos en los barrotes de su celda esperando que alguien le abriera para poder salir junto a los demás. El doctor Alexei fue el único que se acercó, tenía las manos temblorosas y las llaves se le cayeron tres veces antes de siquiera abrir la puerta. La mujer se acercó a paso apresurado hacía el hombre tratando de buscar alguna explicación de tan repentino despertar. 

—Tienes que salir de aquí. Corre muchacha antes que sea demasiado tarde —respondió el doctor. Dakota negó. 

—Mis hermanos. Wanda y Pietro ¿dónde están? —preguntó. El doctor soltó el aparato que tenía sobre su cuello y la empujó señalando la salida. Dakota se resistió —. Mis hermanos —repitió.

—Ellos acabarán contigo si te atrapan, terminarás en una cárcel americana antes de siquiera notarlo —escupió con asco—. Esos mocosos tuvieron que haber salido hace un rato cómo todos los demás. Ve, corre a la ciudad y procura esconderte bien. 

El hombre la dejó sola, sin entender lo que sucedía y por primera vez sintió el sabor de la libertad en su boca. Siguió la dirección señalada por el doctor con cautela, no sabía donde se encontraba y tampoco sabía a quien se refería con ellos. A su alrededor habían unos cuantos soldados quemando documentos y destruyendo computadores repletos de información, vio a Petrov desarmando computadores mientras que Ivanov destruía los paneles. La señal de las escaleras la invitaba a abandonar el sitio que fue su destrucción por años, corrió hasta ella. 

— ¿Dónde crees que vas? —preguntó alguien mientras tomaba su brazo con fuerza. Miró sobre su hombro encontrándose con Strucker, el hombre le sonreía de una manera siniestra —. ¿Quién te quitó su collar? 

— ¿Dónde están Pietro y Wanda? —preguntó con desesperación. 

Stucker negó con una sonrisa, aún así Dakota notó algo de nerviosismo en él. Trató de soltarse, el aíre frío se coló por las puertas y por un momento sintió que sólo estaba a unos pasos de su libertad. La deseó, quería correr por la nieve y volver a Sokovia. El hombre volvió a empujarla con fuerza dejando que su cuerpo tocara la pared de concreto, la estampó con tal fuerza que no pudo evitar quejarse. 

— ¿Quién quitó tu collar? —repitió —. No es bueno que te lo quites... podrías dañar a personas ¿quieres dañar a personas, Dakota? —ella negó con un suave sollozó —. Sí, lo supuse. 

—Mis hermanos —rogó. 

— ¿Kot? ¿Hermana que sucede? —Pietro corrió a una velocidad anormal hacía ella. Quitó a Strucker con algo de fuerza mientras tomaba el rostro de su hermana con suavidad. 

Dakota lo abrazó con fuerza, no quería alejarse. Deseaba que todo fuera una pesadilla y que aún estuvieran en Sokovia junto a Wanda y sus padres. Ellos aún eran muy pequeños para conocer las atrocidades de la vida. Besó el rostro de su hermano repetidas veces. 

—Tenemos que salir de aquí. El doctor Alexei dijo que corriéramos antes que fuera muy tarde. ¿Dónde está Wanda? 

—Estamos defendiendo la base. Los Vengadores están aquí —respondió Pietro. Wanda esta creando un campo de fuerza que evite destrucción por el aire, que evite lanzarnos una bomba otra vez —Stuker rió con suavidad mientras tomaba el hombro de la mujer con rabia. Pietro parecía preocupado de pronto —. Wanda necesita ayuda, tiene que cubrirse —dijo antes de desaparecer. 

—Estas siendo una chica irrespetuosa, Dakota —el hombre la miró con desprecio —. Y no me gustan las faltas de respeto. He sido bueno contigo, ¿acaso no lo he sido? —ella asintió con nerviosismo —. Tu hermano dijo que nos cubriéramos, deberíamos hacerlo —dijo señalando la puerta más próxima. Dakota pareció creer que era la oficina del hombre. Trató de negar. 

—Creo que sería mejor salir y escondernos en el bosque —señaló la puerta de la salida. Sólo unos pasos más. Strucker rió.

—Eres una muchacha bastante lista. 

La empujó hacía la habitación. Apretó sus manos con tanta fuerza que las uñas se enterraron en las palmas de su mano haciéndolas sangrar. Strucker volvió a empujarla, Dakota se negó gritando. Sentía su cuerpo tiritar por la rabia, abrió sus manos sin percatarse que desprendían una luz verde, las cerró con tanto enojó que no notó nada hasta que sintió la sangre sobre su rostro y ropa. 

—Soy Steve Rogers —repitió el hombre frente a ella. Trató de evitar la masacre que ella misma había cometido pero no pudo evitarlo. Su cuerpo entero tembló sin razón. 

—Lo maté —murmuró cayendo al suelo. Arrastro sus piernas hasta abrazarlas —. Yo no quería hacerlo —dijo —. Él me estaba insistiendo y yo perdí el control. Soy peligrosa, ellos estaban en lo cierto. 

—Tranquila, él quería hacerte daño —respondió Rogers tratando de agacharse a su lado. Ella levantó la mano asustándolo. 

— ¡No me toques! —gritó. La luz del lugar explotó junto al generador. Steve levantó sus manos mostrando inocencia —. Sólo... no me toques. 

—No quiero hacerte daño. 

Dakota lo miró con lágrimas. Mordió su labio sintiendo la sangre de Strucker sobre ella, se acostó sobre el suelo antes de vomitar todo lo que había comido el día anterior. Cayó a un lado de su propio vomito sintiéndose miserable. Había matado a alguien sin siquiera tocarlo. 

Eres especial. 

Volvió a sentir esa voz dentro de su cabeza. Se sentía enferma, cómo si todo el mundo diera vueltas, de pronto, no sintió nada más.  

Eres especial. 





Gifted »Bucky BarnesWhere stories live. Discover now