Epígrafe.

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Es inevitable, y aunque estés más tiempo a salvo, los momentos en que no lo estás, sientes las horas prolongadas, eternas.  Ellas llegan cuando la cálida luz se va marchitando, ellas entran y juran hacerte compañía, no les creas, mienten, carentes de cuerpo, pero poseedoras de mentes, mienten, y sus mentiras lo cubren todo, ellas no solo llegan, entran y te susurran, ellas te abrazan, te hacen oír, sentir y ver cosas en contra de tu voluntad, entonces temes, temes el tiempo que te vigilan, no tienen ojos pero te fulminan, no tienen voz pero te gritan, no puedes huir de ellas, y lo sabes, están en todos lados, en cada rincón, las sombras; están en todas partes.


—Seb.

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