Preámbulo.

66 11 3
                                    

Habían pasado cuatro cortos años en los que Roger Morgan cubrió de triunfo la Orden Mano de Dios, posicionándose luego como el Director de esta, Roger, quien lideró muchas batallas en contra de todo ser maligno, demonios y caídos que pudieran poner en peligro a la Orden, le ha seguido brindando seguridad y estabilidad a esta, rigiendo con justicia y severidad a través de sus actos y decisiones, pero de todas las que ha tomado, hay una que lo ha dejado intranquilo desde el día que la llevó a cabo.

Expulsó de manera irrevocable a Jared Gilmore, amigo de toda su vida, quien le había ayudado, aconsejado y apoyado en sus decisiones como Director, Jared, a quien llamaban El Tuerto, fue acusado de asesinar a su propio hijo y compañeros de la Torre de Sanación, pero a Roger, esa acusación siempre le pareció equivocada, y la decisión que había tomado ahora le pesaba, había crecido y peleado junto a él, sabía que él no habría hecho tal cosa, el arrepentimiento le había llegado, aunque tarde, pues su amigo ahora está muerto y nunca probó su inocencia.

—¡Debí escucharlo, debí hacerle caso y nada de esto hubiera sucedido!  —Las palabras de Roger salían y hacían notar la tristeza que estas le causaban.

Gregor y Darius, sus hijos, nunca habían visto a su padre tan afectado por algo, la preocupación dibujada en su rostro, la culpa lo carcomía desde dentro, no eran una familia muy sentimental o cariñosa entre sí, no sabían qué decirle, y si se les ocurría palabra alguna, no sabrían cómo decirlas, pero su padre sufría, y a pesar de todo, eso les dolía también.

—Padre, no ha sido tu culpa, ellos te.. —Intentó decir Darius, el menor de sus hijos, pero este fue interrumpido.

—Me dijo que no lo había hecho, me lo dijo y yo solo lo expulsé, le juré que probaría su inocencia y solo logré probar mi incompetencia.

—Tomaste la decisión correcta, ¿habrías escuchado a los consejeros?, ¿lo hubieras castigado con la muerte?  —Gregor se acercó a su padre, quien estaba sentado en una especie de trono, le puso una mano en el hombro y continuó diciendo con un tono severo—.  Tú no los escuchaste, en vez de eso, lo expulsaste para ganar tiempo y probar que él no hizo tal cosa, era eso o la muerte; hiciste lo correcto padre.

El momento no era oportuno, pero nunca antes habían sido tan comunicativos, tanto Gregor como Darius valoraron escuchar y ser escuchados por su padre.

—¿Cómo está ella?  —preguntó Roger—, asegúrate de que esté bien Greg, si necesita algo házmelo saber, al menos podremos cuidar de ella.

—Jenn, ella, bien, —Las palabras salían torpes, no había coherencia en lo que decía— ella..

—Ella está bien padre —intervino Darius, mientras sostenía una leve sonrisa en su rostro—, muy bien, de hecho.

Jenn Gilmore era la hija de Jared, El Tuerto, quien fue acogida por Roger después de que su padre muriera, este le había hecho prometer que cuidaría de ella y le permitiría quedarse en la Orden si algo le llegara a ocurrir.

Ahora, la preocupación ronda en la Orden, las advertencias de su fallecido amigo empezaban a tomar forma, su misteriosa muerte demostró que no estaban seguros y que ya no iban a estarlo, aquel campo santo que los resguardaba comenzaba a dejar de serlo, y de protegerlos, abriendo paso a quienes por miles de años los han acechado.

Paraíso Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora