Pasión.

8.4K 749 299
                                    

No puedo resistirme ni un poco y cada que tengo la oportunidad, caigo ante las tentaciones que provienen de ti.

Me atrevo a decir, Izuku Midoriya; que eres el pecado encarnado.

Y yo un feliz pecador.

Sé que debemos de ser discretos aún, por múltiples razones... Pero en algunas ocasiones, no soy capaz de controlar el deseo, las ganas y la pasión que contengo dentro de mi ser. Existen momentos en dónde me gustaría tomarte, besarte, morderte y poseerte sin importar el lugar y las personas que podrían estar presentes, sólo pienso constantemente en tu rostro sonrojado, en los gemidos que provendrán de tu boca y mi nombre siendo pronunciado con locura, gracias a mis caricias.

Izuku, ¿soy el único que desea esto? ¿Soy el único que piensa constantemente en estar contigo en la cama y disfrutar de la delicia que es tenerte desnudo bajo mi cuerpo? Sé que lo hemos hecho muchísimas veces, pero con cada ocasión las ganas de hacerte mío y la pasión aumentan más.

Te has convertido en una deliciosa adicción para mí.


***

Hoy particularmente mientras hacíamos las compras del súper, te veías tan... tentador y atractivo... suculento, me atrevería a decir.

— Shōto ... ¿Por qué no dejas de observarme? —cuestionaste con tono divertido, mientras escogías el café que me gusta tomar. Al parecer mi insistencia con la mirada terminó por delatarme— No es nada discreta tu mirada.

—Lo siento —contesté avergonzado; y sin culpa, de ser descubierto por ti, jugando con el carrito del súper.

—No me incomoda —respondiste con sinceridad, dejando algunos productos en el carrito, para después posar tu mirada esmeralda sobre mí, sonrojándote ligeramente—, es sólo que... no sé... Tu mirada es diferente de lo habitual, que me inquieta.

Te observé y sentí un nudo en el estómago. A este paso, la ropa que traía puesta significaría una grandiosa tortura para mi entrepierna inquieta.  Porqué precisamente hoy ¿habías elegido usar ese pantalón deportivo que te quedaba justo y resaltaba tus perfectos y torneados glúteos? ¿Acaso no tenías otras playeras y por eso decidiste usar una que te regalé hace más de cinco años y que por ende ya casi no te queda?

Por mi mente cruzó la idea de que, a ti, te gustaba tentarme.

Y que yo era un horrendo masoquista.


—Te ves excitante, hoy —contesté con simpleza.

Tu rostro se sonrojó furiosamente, siendo un chorro más de gasolina; a la pasión que se encendía dentro de mi ser.

La idea de quemarme contigo, me parecía bastante atractiva.

Deseé con todas mis fuerzas y de manera imperiosa que no estuviéramos en el súper, me lamenté de haber dicho aquello sin la mínima oportunidad de acorralarte entre los estantes y mi cuerpo, tuve la necesidad de devorar tu boca a besos, mi mente me llevó a imaginar el sabor de tus labios y nuestros alientos mezclados. Mi cuerpo comenzó a sentirse caliente; mi entrepierna comenzó a despertar de su letargo y mis mejillas claramente me ardían por la ráfaga de pensamientos que cruzaban mi mente, todos evocados a la deliciosa y tentadora imagen que me proporcionabas.

—Bas-Basta... —murmuraste avergonzando, mirando de soslayo a las personas que recorrían el pasillo en el que nos encontrábamos, sin prestarnos demasiada atención— En casa... podemos...

No lo negaré, Izuku; fui presa de mis deseos, la tentación fue más fuerte que mi voluntad y mis ganas de pecar superaron a mi razón; no esperé a que terminaras tu argumento, acorté la distancia que había entre nosotros y te besé en la boca, mordiendo ligeramente tu labio inferior en el proceso, reclamé tu boca como mía sin preocuparme en lo más mínimo de la mirada curiosa o sorprendida de las personas. Te besé con codicia, queriendo robar un gemido de tu garganta... esperando que quedara claro el deseo y la pasión que despertabas en mí,en un simple beso.

—Vayamos a casa, ya —supliqué, tras varios segundos de besarte apasionadamente.

Tu mirada esmeralda, brillando cuál joya preciosa; me escudriñó con un brillo que más que tranquilizarme, sólo elevaba la temperatura de mi cuerpo. En silencio asentiste con una sonrisa avergonzada.

—Vámonos ya —susurraste lo suficiente para que yo te escuchara, con evidente vergüenza; tomando mi mano—... Podemos regresar después.

Sin pensarlo dos veces, tomé tu mano; y nos saqué de ese lugar.

Mío || [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora