31

4.7K 574 826
                                    


Joaquín.




Mi cuerpo había entrado en pánico al verlo entre el público.

Él estaba aquí.

Pero no tuve la oportunidad de sentir alguna de tantas emociones que me había provocado al verlo porque no era el único que estaba en el club.

Guillermo estaba aquí también.

Lo único que pude hacer fue salir corriendo como un cobarde.

Entré a la que era mi habitación privada y me dejé caer en la cama en cuanto tuve la oportunidad.

Segundos después comenzaron a tocar la puerta repetitivas veces.

- Joaco, Joaco soy yo, ábreme por favor - la voz de Niko me hizo levantarme. La abrí y de inmediato sentí su cuerpo sobre el mío - Él está aquí, ese hombre que jugó contigo, dime que no se ha acercado a ti - sostuvo mi rostro en sus manos.

- No es el único que está aquí, Niko.

- ¿Cómo? No entiendo.

- El Señor R volvió - abrió su boca sorprendido y la tapó con una de sus manos - No sé que voy a hacer.

Bajó sus manos lentamente y me miró con una tímida sonrisa.

- ¿Qué te dice tu corazón?

- Que quiero verlo, quiero abrazarlo y que me sostenga en sus brazos, eso quiero.

- ¡Pues vamos! Yo te ayudaré.

- No quiero toparme con ese hombre y menos que me vea con el Señor R.

Frunció su ceño.

- Intentaré que alguien se le acerque para distraerlo, tú ve por el hombre que quieres, no te preocupes por nada.

- Dios, Niko, sé que te lo digo siempre, pero en serio gracias - lo abracé.

- No las des, solo espero que funcione, suerte - asentí y a los segundos lo vi salir por la puerta.

Tomé una respiración lenta y esperé unos minutos para después abrir la puerta. Necesitaba calmarme.

Veía a varias personas pasando a mi lado, pero ninguna era él. Mis nervios comenzaban a incrementar de nivel, así que corrí al baño del club para echarme agua en la cara.

Cuando llegué lo primero que hice fue abrir el grifo del lavabo, pero me detuve. No podía quitarme el antifaz así, alguien podía entrar en cualquier momento así que lo cerré y comencé a respirar y exhalar.

Volví a abrir el grifo para mojar mi cabello, lo desordené y puse ambas manos en mi cabeza.

Cerré mis ojos un momento regulando mi respiración.

- ¿Nervioso?

Abrí mis ojos como platos al escuchar esa voz, mi cuerpo se tensó y por un momento no pude moverme.

Gemí involuntariamente cuando sentí su cuerpo posicionándose en mi espalda, podía sentir su dura erección presionando contra mi trasero.

Su calidez me envolvía una vez más, protegiéndome y sosteniéndome. Sus brazos aprisionaban mi cuerpo. Lo miré por el espejo.

- Oh.

Fue lo único que pude decir.

- ¿Es lo único que tienes que decirme, niño? - comenzó a dejar un rastro de besos por mi cuello, hice mi cabeza a un lado dándole más espacio.

- N-no sé que es lo que quiera que le diga - jadee.

- ¿Me extrañaste?

Esa pregunta me hizo volver a la realidad, me solté de su agarre alejándome de él.

A Través de la Máscara [Emiliaco] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora