Capítulo 18. [Desafiando La Realidad]

4.8K 447 93
                                    

Todavía recuerdo ese día, y mis vellos se espantan de escalofríos. Lo recuerdo exactamente cómo sucedió. Cómo todo a mi alrededor comenzaba a desmoronarse poco a poco y lo muy mínimo que había logrado construir se venía abajo.

Claro que para ese entonces, mantenía una postura débil y para nada autoritaria. Incluso, en algunas oportunidades, llegué a creer que nunca podría liberarme de todas las ataduras que me perseguían. Que jamás podría escapar de todo el daño que me estaban haciendo, y que solo me tendría que conformar con vivir una vida que yo no deseaba, y que nunca deseé.

Entonces, aprendí dos cosas: o te subes al tren o lo dejas pasar. Las dos opciones más viables y poco atractivas. Las dos con grandes consecuencias a cuestas que tendría que asimilar para poder convertirme en la persona que siempre deseé ser. Aunque me costó mucho darme cuenta, y perdí cosas en el camino por no verlas a tiempo, no me arrepiento.

Todo lo que sucedió, me llevó a ser quien soy.
Y para mí eso está muy bien.

....

—¿Juliana?

La morena cerró los ojos efusivamente al reconocer la voz detrás de su espalda. Por un instante vio a Valentina y en sus marrones solo había temor y confusión. ¿Cómo había dado con ellas?

—Madre. . .—dijo en voz baja. Mercedes las vio con desprecio mientras lograba entender lo que estaba sucediendo. Para ella no era algo fácil de asimilar. Estaba besándose con otra mujer.

—¿Que crees que estás haciendo?—le preguntó con inmediatez mientras no quitaba la vista de encima de Valentina. La castaña respiró profundo mientras veía a Mercedes verla sin titubear—. ¿Esto es lo que has estado haciendo a escondidas de nosotros? ¿En esto te has convertido? ¡En una lesbiana de mierda!—masculló bajo viéndola—. ¡Simplemente no puedo creerlo!

—Todo esto tiene una explicación.

Mercedes rió sin humor.

—Por supuesto que tiene una explicación y creo que una muy buena—ironizó—. Cuando me dijiste que estabas con alguien creí que tu pequeña aventura era con otro hombre y no con una mujer—vio a Valentina y luego a Juliana—. ¿Cuándo sucedió esto, Juliana? ¿Cómo te atreves?—le preguntó—. Tu padre y yo no te educamos para esto. No te formamos para que fueras una lesbiana. ¿Dónde quedan tus valores y tus principios? ¿Que crees que va a opinar la sociedad de nosotros si se enteran que eres una. . . —Mercedes respiró profundo—. Te espero en dos horas en nuestra casa. Tú y yo necesitamos hablar.

—Ella no va a ir a ningún lado—interfirió Valentina cruzándose de brazos—. Está conmigo porque quiere estar aquí y usted debería aprender a respetar las decisiones de los demás. ¿Cree que puede venir y decirle que hacer?—Mercedes levantó una ceja interrogativa—. Está bastante grande y puede decidir por sí misma. Su vida ya la vivió como quiso, ahora deje que ella viva su vida como le plazca. La está condenando a una vida de infelicidad y no se da cuenta.

—¿Quien te crees para hablarme de esa manera?—replicó—. Guarda tus palabras que nadie te ha pedido tu opinión, ramera de quinta—se burló—. Cómo se nota lo que quieres de Juliana y que has sido tú quien ha provocado todo esto. Esa ropa desgastada, ese cabello desaliñado y esas manos. . . —dijo de manera de denigrante—. Solo eres una oportunista. Viste la salida perfecta en ella para tu pobreza pero no voy a permitirlo.

—Lo único que he visto en Juliana es su buen corazón—Mercedes rió—. Mis intenciones con ella van más allá de lo económico, señora.

𝐂𝐡𝐨𝐜𝐨𝐥𝐚𝐭€ || ×Juliantinas× AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora