Capítulo 16

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William

La piel blanquecina y cremosa de Evaliz se vislumbra en las claras aguas de la piscina. Las luces que se encuentran en la terraza están apagadas. Quizás ella quería que nadie supiese que estaba aquí. Desde dónde estoy, ella no puede verme. Solo si doy un paso más, ella se dará cuenta de que estoy a metros de distancia. Observándola nadar como La Sirenita, luce como una con su cabello rojizo natural.

Es impresionante cuán buena es nadando. ¿Cómo aprendió?

Quisiera hablarle, pero se ve tan serena mientras se desplaza por la piscina. No quiero molestarle. Ha sido suficiente por esta noche. Niego, meneando mi cabeza. Todo es tan complicado con ella.

Un lado de mí quiere ir tras ella, enamorarla, intentar algo más, pero hay otro lado sensato que comprende su situación; Eva quiere conservar su trabajo, el techo donde duerme; un paso en falso y todo puede acabar para ella. Pero eso no sucederá. Aun estando con ella, seguirá aquí. Podemos hablarlo. Y si hay un problema entre nosotros, haría todo lo posible porque siga con un trabajo y un techo estable. Velaría por su bienestar.

No puedo creer que esté pensando esto. Tenía muchos años sin querer intentarlo con alguien.

Sé que no soy un mal hombre.

Es mejor dejar que la sensatez sea la protagonista esta noche, no quiero forzarla a algo que ella no quiera hacer. Lo dejó muy en claro en el carro cuando veníamos del evento.

Volteo para volver a la casa, pero trastabillo con uno de los adornos que Jairo puso para darle decoración al jardín que rodea la terraza. Cierro los ojos al momento en que se escucha el sonido por todo el lugar.

— ¿Hay alguien ahí? —pregunta Evaliz en voz alta—. ¿Señor William?

Me tenso en el momento en que ha mencionado mi nombre, suspiro, me doy media vuelta para verla.

Inconscientemente rasco mi nuca con nerviosismo. Trago saliva al ver que ella está completamente parada y la mitad de su cuerpo es visible. No puedo evitar mirarle de arriba abajo. Sus ojos me ven asombrados. Paso mi mirada por su cuello, bajando hasta sus hombros y llego a sus pechos; no son tan grandes ni pequeños, tiene una buena proporción que hace que mi mano pique por tocarla. Vuelvo a tragar cuando voy bajando por su abdomen, este es plano. Como si hiciera ejercicio y estuviese en forma todos los días. ¡Vaya!

Su cintura es pequeña y mientras voy bajando, se va formando unas caderas que me encantaría besar.

Vale. Me estoy comenzando a excitar y solamente es viéndola. Siento como mi sangre comienza a hervir; en mi entrepierna todo se empieza a poner incómodo.

La parte baja de su cuerpo se tapa con el agua. Tenso mi mandíbula e intento respirar adecuadamente.

Ella hace un ademán de cubrirse, resopla y baja los brazos. Frunzo mi ceño sin entender.

— ¿Para qué me cubro si has visto a muchas mujeres así?

—Es cierto —mascullo—. Pero puedes hacerlo. Igual no debería de estar viéndote.

—Ya has visto —replica.

Hay algo nuevo...

—Me estás tuteando, ¿lo sabías? —inquiero sorprendido.

La pelirroja hace una mueca y se encoge de hombros.

—Lo sé.

Doy un paso más adelante, con cautela. No sé qué está ocurriendo, pero hay demasiada tensión entre nosotros.

Saliendo de la oscuridadحيث تعيش القصص. اكتشف الآن