Capítulo 17

964 65 24
                                    

Eva

Domingo por la mañana.

Estamos a mediados de julio, las vacaciones de verano han comenzado y los días han sido soleados. La mañana de hoy está fresca, aunque el sol ya ha salido y parece que será otro día lleno de sol. No sé cómo describir lo que sucedió anoche.

Me dejé llevar y, todo fue maravilloso.

Soy muy consciente de que William tiene un pasado muy cargado, pero confiaré y nos daré una oportunidad para estar juntos. Poco a poco nos iremos conociendo, sabiendo más del otro. Estoy muy emocionada y feliz.

Hoy amanecí con una gran sonrisa en mi rostro. Me desperté antes que Will, él aún no ha bajado de su habitación. He preparado el desayuno y he puesto todo en la mesa de la terraza. Estoy nerviosa, no sé cómo será todo entre nosotros.

Admiro las flores que están en el florero de la cocina, las que Will me regaló anoche, sonrío recordando todo; no me percato de unos brazos fuertes que me rodean por detrás, volteo mi vista a un lado y observo el tatuaje de William. Sonrío de nuevo.

—Buenos días —susurra sobre mi oído.

—Buenos días —contesto de vuelta en un suspiro. Él deja un beso sonoro sobre mi mejilla, hace que me voltee para verle, lo hago y ahora mis brazos están rodeando su cuerpo. Will me da una sonrisa tan grande que hace que sus ojos se entrecierren un poco.

— ¿Cómo está el tomatico más lindo que Caracas puede tener?

Me río.

—De verdad me llamarás así.

Él cierra sus ojos y asiente, haciendo una mueca en su boca. Me vuelvo a reír.

—Estás loco. No soy un tomate —reniego. El pelinegro se carcajea.

—Sí que lo eres. Cada vez que te veo o hablo contigo, tienes las mejillas sonrojadas, además tu cabello es rojo naranja, te podría llamar zanahoria, pero sería muy trillado, entonces tomatico es la mejor opción. ¡Siempre luces como un tomate!

Mis mejillas comienzan a sentirse algo tibias.

— ¿Ves? ¡Ahí está el sonrojo del que hablo! —exclama, besándome en ambas mejillas—. Me encanta, porque sé que te pones nerviosa a mi alrededor. Que... te afecta mi cercanía... —Poco a poco se va acercando a mi boca, cierro mis ojos para sentir su beso—. Me gustas mucho, Eva...

Suspiro cuando sus labios tocan los míos. Me da un beso suave, haciendo que nuestras bocas se toquen con delicadeza. Es un beso corto pero que me ha dejado mareada por lo dulce que ha sido. Sonrío cuando se separa.

—Es cierto, cuando estás cerca, me vuelvo torpe.

William se ríe y asiente. —Pero eres adorable.

—Ven, siéntate —le digo, jalando de su brazo para que se siente en la silla—. He preparado panquecas con mantequilla y sirope de chocolate. Traeré la jarra de café que se me olvidó.

—Te ayudo —dice levantándose, vuelvo a que se siente.

—Lo haré yo, tú lavas los platos. —Le doy un guiño.

Él sonríe negando. —Vale.

Busco lo que falta y me siento en frente de William. Él se sirve de todo un poco, yo hago lo mismo. Las panquecas han quedado en su punto, el jugo de naranja no está tan dulce y el café está bien cargado, así como nos gusta. Este es nuestro primer desayuno siendo algo más que jefe y empleada.

Es increíble.

William habla sobre varios temas, me cuenta que esta semana tiene varios casos que resolver, y que tal vez, esté muy ocupado con el trabajo y no nos veamos mucho en el día.

Saliendo de la oscuridadWhere stories live. Discover now