Capítulo V (B): Dulces despedidas

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Margo abría los ojos lentamente en una cama del castillo mientras notaba sus heridas sanas, y a su lado, yo tomaba su mano mientras decía:

- Veo que has despertado; Emmanuel dejó que usaran su propia sangre para fabricar una poción de sanación especial y curarte lo más pronto posible, pero seguirás débil unos días, así que no te esfuerces demasiado.

- Mi hermano, por fin me reconoció como tal, lo dijo en batalla contra ese monstruo. Dijo Margo.

- No te apresures, solo se dejó llevar, no es buena idea que hables con él, aun si permitió usar el poder de la piedra filosofal que reside en su interior para sanarte. Le dije.

- ¿Dónde está? Preguntó Margo.

- Esta tras la puerta de entrada, no se atreve a dirigirte la palabra, pero tampoco se ha quitado de allí desde que te metieron aquí. le dije mientras Emmanuel esperaba tras la puerta.

Margo sonrió al oírme y dijo:

- Puede que no lo aparente, quizá por orgullo, rencor o miedo, pero estoy segura de que me quiere.

- Todos en este palacio estamos seguros de eso. le respondí.

En los jardines destrozados del palacio, Yukihira caminaba junto a Irving mientras le decía:

- Eso que dijiste frente al varón Mc'Onak, enserio me llegó al alma, pero desgraciadamente mi naturaleza es esta, por más bellos que sean tus sentimientos no podré corresponder a ellos; espero encuentres una mujer que pueda ocupar el lugar que yo no puedo algún día.

- No pretendo obligarte ni siento odio hacia ti, sabía que las cosas terminarían de esta manera, pero no habrá mujer que ocupe tu lugar aun si me enamoro de alguien más, la forma en que marcaste mi vida es única. Le dijo Irving.

- En ese caso espero sigamos siendo buenos amigos y quieras salir conmigo cuando vuelva a visitar esta ciudad. Le dijo Yukihira.

- Tenlo por seguro. Contestó Irving.

En otra parte del palacio, Tara se reunía con Aren, Alan y Rime, y declarando lo que sabía dijo:

- Eso es todo, no fui yo quien los mató.

- Entonces ¿tu hermano puede usar el Curse Scathach aun sin una lanza? Le dijo Aren.

- Su espada Fragarach puede copiar ese hechizo y muchos más de los de la familia, pero no puede culparlo, está bajo influencia de Flagar y no puede hacer nada para negar sus órdenes, así que por favor le pido dejarme perseguirle hasta poder liberarlo. Suplicó Tara.

- No hay culpa que resida en tu hermano, el culpable directo es Flagar; no mandaré que lo busquen o lo maten, pero debo confiar en que hagas justicia por mí. Le dijo Aren.

- Tenga por seguro que Flagar morirá por mis lanzas. Respondió Tara.

Los días pasaron y Emmanuel no se separó de la puerta hasta que vio salir por ella a Margo por su propio pie, sin embargo, una vez que sucedió esto, él se alejó dándole la espalda y sin dirigirle la palabra; al otro día, seguros de que la pesadilla había terminado, nos despedimos del resto mientras Emmanuel decía a madame Bailey:

- Ahora que no hay nadie más, todo el poder industrial y económico de la ciudad recae sobre usted, ¿Qué es lo que hará?

- No pensará en rebelarse contra nuestro legitimo reinado, ¿o sí? Agregó Aren.

Legado VIII - Una sirviente leal/ La ciudad de Rim/ Miguel y la chica misteriosaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن