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Me encontraba totalmente perdido en los labios de Ji Min, sentir su respiración agitada era estar en el mismo cielo. Mis manos se deslizaban por su plano y suave abdomen, queriendo grabar con fuego en mis palmas la sensación de sentir la piel desnuda de su cuerpo.

Este fue avanzando lentamente sin despegarse de mis labios, hasta quedar pegados en la puerta, solo entendí que estaba haciendo cuando sentí un pequeño click, indicando que el seguro había sido puesto. No pude evitar sonreír sobre sus labios, pues aquel simple movimiento significaba mucho en este momento.

Posé mis manos en su pequeña cintura, para después rodear su cuerpo con mis brazos, bajando lentamente hasta su apretado y deseable culo, lo tomé con fuerza y lo acerqué más a mi cuerpo, si es que eso era posible, para rosar descaradamente mi erección con la suya, mientras Ji Min me regalaba aquellos gemidos que me tenían vuelto loco. No lo soporté más y lo alcé con un movimiento certero, a la vez que el castaño envolvía sus tonificadas piernas alrededor de mis caderas.

A tientas avancé hasta llegar a una pequeña mesa, al otro lado del cuarto. Tiré todo lo que había encima y que podría estorbar, para posicionar a Ji Min sobre ella, mientras yo me acomodaba entre sus piernas.

No pude resistirme y comencé a bajar mis besos por su mandíbula, hasta llegar a su apetecible cuello. Deseaba marcar cada centímetro de su piel con mi boca, lamer y mordisquear todo a mi paso. Me entretuve un largo momento en su cuello, mientras Ji Min me recompensaba con aquellos gemidos que eran música para mis oídos.

Siempre había sido bastante egoísta a la hora de acostarme con una chica, no era muy difícil llevarme al orgasmo con los movimientos indicados, pero ver a Ji Min derritiéndose ante mi toque, me hacía querer escucharlo gritar mi nombre, hasta hacerlo venirse por mi causa.

Me comenzó a quitar la ropa lentamente, casi temiendo equivocarse, lo que él no sabía es que no había manera de que se equivocara conmigo, me tenía vuelto loco, deseando por tenerlo desnudo bajo mi cuerpo.

Pero necesitaba que se olvidara de todo, que dejara el temor de lado, tentarlo y calentarlo a tal punto que me rogara porque lo follara.

Me separé un poco y me quité de un golpe la camisa, para luego quitarme la camiseta de un solo movimiento por sobre mi cabeza. Mi piel era un poco más bronceada que la de Ji Min, pero mi cuerpo estaba mucho más trabajado, lo cual nunca me había hecho sentir tan orgulloso como en este momento, porque el castaño me miraba como si estuviera a punto de saltar sobre mí, para devorarme.

Posicioné mis manos sobre su cinturón, sin despegar mi mirada de sus hermosos ojos color miel. Ji Min me miraba expectante, esperando a ver cuál sería mi próximo movimiento. Desabroché su pantalón, para bajar lentamente la cremallera y luego desprenderlo de la molesta tela que lo cubría.

Ante mí se irguió su hombría dura y necesitada, no lo pensé dos veces y me arrodillé frente a él, primero rosándolo con delicadeza con mi mano, como un niño curioso descubriendo algo por primera vez.

Lo tomé con una de mis manos, firme pero sin llegar a ser brusco, para sentirlo cálido y palpitante ante mi tacto. Comencé a subir y bajar lentamente, de manera tortuosa, viendo las reacciones de Ji Min de forma placentera.

Acerqué mi rostro y lamí toda la extensión, quería saborearlo y sentirlo dentro de mi boca, pero más que nada quería ver como reaccionaba Ji Min, ver sus expresiones y verlo perderse poco a poco ante mi toque.

Ji Min se irguió hacia atrás, apoyando ambas manos en la mesa, mientras yo seguía con mi pequeño juego. No tarde mucho en introducir todo su miembro en mi boca, luchando con las ganas de soltar una arcada cada vez que su falo rozaba mi garganta.

Three LivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora