Capítulo 10: "¿A casa del enemigo?"

410 23 7
                                    

A la mañana siguiente, Laura ya estaba despierta, es más, no había dormido casi nada y aún así decidió ir a ese barrio del que Jack le habló para encontrar a Stuart.

Se cambió de ropa, luego cogió su mochila en la que tenía guardada la pistola que Víctor le dejó y salió hacia una misión más peligrosa que la anterior. Esta vez en lugar de viajar en autobús, decidió coger el metro para llegar antes. Durante el viaje, al parecer una señora la conoció porque su fuga había salido en televisión, y la mujer, atónita, se lo comentó a las personas que había alrededor, que la miraban reconociéndola. Laura se dio cuenta y se levantó de su asiento para bajarse en la próxima parada y coger otro metro que llevara a su destino. Esperó unos diez minutos más hasta que llegó de nuevo y logró subir. Sonó su móvil una vez dentro y Laura cogió la llamada al ver que se trataba de Víctor.

-Te han visto cerca de Bebington en un metro, deberías tener cuidado, eres noticia. La próxima vez coge un taxi.-dijo él-

-¿Tan rápido lo saben? Apenas he bajado de él.

-Claro que lo saben, alguien debió llamar a los números que hay bajo tu cara y el letrero de "Se busca". Deberías ser un poco más avispada.

-Lo sé, me he dado cuenta demasiado tarde...

-¿A dónde te diriges?.

-A buscar al asesino. Digamos que a su supuesta casa.

-¿Estás loca?. ¿Y con qué excusa te vas a presentar?

Laura no pensó su excusa.

-Se me ocurrirá algo. Te tengo que colgar, te llamaré cuando acabe.

Colgó la llamada y salió del metro para dirigirse a la casa en la que creían que estaba residiendo en la actualidad.

Con gran valentía se puso frente a la puerta sin saber aún lo que iba a decir si en un caso le abría el mismo Stuart.

Tocó el timbre y esperó a que le abrieran con un leve temblor de piernas, lo cierto es que se olvidó de todo, hasta de que llevaba una pistola que podía servirle en caso de emergencias. De pronto, la puerta fue abierta por un hombre que por lo visto, no era el que se buscaba.

-¿Buscas a alguien?.-preguntó él con voz ronca-

Laura reaccionó y sacó de su mochila la foto de Stuart cuando ya era mayor, y por la cara que puso el joven que abrió, se notó que sí lo conocía e hizo el intento de cerrar la puerta, pero Laura puso el pie por medio.

-Acabo de ver en tus ojos que sabes quién es... Necesito ayuda. No te la pediría si no fuera tan urgente.

Asintió algo desconfiado y le permitió el paso a la casa invitándola a sentarse en el sofá, que estaba muy bien cuidado como toda la casa.

-Ese hombre se coló aquí de ocupa cuando yo me fui de viaje por un tiempo, no lo volvieron a encontrar, lo cierto es que nos costó echarlo. No sabemos cómo, pero antes de que la policía llegara aquí, él ya se había marchado para no ser apresado y se fue sin dejar rastro.-explicaba él-

-Vamos que... La cárcel no lo ha cambiado, ¿no?

-Así es. ¿Y tú, quién eres? ¿Policía? Bueno, eres demasiado joven...

-Soy la hermana de un niño que él mató. Busco a ambos culpables para encargarme yo sola de que paguen por lo que hicieron, y aunque del otro pocas noticias tengo, sé que lo acabaré encontrando.

-¿Y vienes tú sola desde dónde?

-Liverpool. Vivo en una casa situada en medio de dos edificios y a pocos pasos mis padres manejan un bar en el que colaboro a veces. Pero creo que pronto voy a regresar.

-¿Dónde te alojas aquí?

-En una casa a las afueras un poco de la ciudad cerca de la playa.

Hubo un silencio extraño, Laura se quedó mirando una hoja encima de la mesa escrita con una letra muy bonita que la dejó fascinada. Preguntó curiosa si era suya, y él, un poco nervioso, recogió la hoja diciendo que era de su hermano, que el muy desordenado dejaba las cosas por ahí desperdigadas.

Laura al final decidió irse, había encontrado una pista pero enseguida la había perdido nuevamente y ya no sabía por dónde rebuscar, pensó que igual ya no estaba en Bebington siquiera.

***

Una semana después, Laura no se movió de casa para nada buscando algo de información en Internet, y le extrañó bastante no encontrar ni un solo artículo en el que hablara de la ocupación de Stuart en alguna casa que no era la suya, la información insistía en que él estaba viviendo allí... Decidió pesar finalmente que esos artículos estaban pasados y que no dio tiempo a los periodistas cambiar las noticias. De pronto, una noticia espeluznante comenzó a emitirse en la televisión que a Laura no le gustó nada escuchar: Jack Kenwey se había largado de la cárcel tras cumplir su condena por tres violaciones a menores y el asesinato de una de ellas. Parte de su sueño se había cumplido una vez más.

Pensó en irse lo antes posible, ya que había perdido todas las pistas y ahora un violador la andaba buscando.

Esa noche se dispuso a dormir tranquilamente, necesitaba relajarse antes de hacer las maletas para irse en un par de días, y sin querer, se le vino a la mente la imagen de Brian, ese chico paracaidista tan guapo que conoció en la orilla de la playa, se le dibujó una sonrisa en la cara a pesar de todo lo que estaba pasando. Cuando se dio cuenta de que se había subido a una nube, quitó de inmediato esa sonrisa y se negó a si misma con la cabeza, no quería parecer una idiota sonriendo por una persona que seguramente no volvería a ver -según ella-

Al cabo de media hora, apagó la luz de la lámpara de su mesita y consiguió dormirse unos minutos después.

Mientras dormía, una enorme pesadilla se logró apoderar de su mente una vez más: Soñaba que estaba durmiendo en esa misma habitación hasta escuchar un leve sonido que la despertaba. El miedo impedía que pudiera moverse de la cama ignorando aquellos pasos que subían poco a poco por las escaleras. De pronto, la puerta de la habitación se abre y cuando un hombre vestido completamente de negro, se lanza a ella con un cuchillo en las manos se despierta de ese sueño con un tremendo dolor de cabeza totalmente asfixiante que le hacía perder la noción del tiempo.

Cuando cesó el dolor, escuchó un leve sonido en la planta baja que la estremeció, pues era el mismo sonido que el del sueño.

Ella en silencio totalmente, empezó a darse cuenta de que alguien estaba subiendo por las escaleras, tal y como lo había soñado.

Se levantó de la cama y no se le ocurrió otra cosa que esconderse detrás de la puerta muy nerviosa. Entonces de dio cuenta de que le faltaba la pistola, pero fue a cogerla y ya era tarde, aquella persona ya estaba en la misma puerta de la habitación. Ella se tapó la boca con ambas manos para que no se escuchara su respiración, reconociendo una silueta masculina que se arrodillaba ante la cama para buscar a Laura.

Fue en ese instante cuando Laura salió sin hacer ruido de su escondite bajando las escaleras hasta llegar a la puerta para salir de allí cuando aquel hombre la detuvo amenazándola con una pistola en la mano desde las escaleras. No fue capaz de reconocerlo porque su rostro estaba cubierto, sólo los ojos resplandecían de la mismísima oscuridad. Ella con miedo, obedeció a lo que ese hombre le había ordenado hacer, pero al ver que bajaba las escaleras acercándose, su instinto la obligó a abrir la puerta y salir corriendo sin rumbo.

Aquel hombre salió tras ella y disparó su arma un par de veces contra Laura, y por suerte, la perdió de vista e ilesa. No logró matarla.

A 4 Kilómetros (Editorial Dreamers)Where stories live. Discover now